‘Trans’/‘Romances inciertos’, una cuestión de género

CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | François Chaignaud, en su encarnación de <em>La Tarara</em> a <em>Romances inciertos, un autre Orlando</em>, en el claustro de los Célestins de Aviñón
CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | François Chaignaud, en su encarnación de La Tarara a Romances inciertos, un autre Orlando, en el claustro de los Célestins de Aviñón

VICENÇ BATALLA. El leitmotiv de la setenta segunda edición del Festival de Aviñón giró en torno a la identidad de género, sobre una visión transexual de la sociedad. Y, entre la decena de obras que trataban la temática, dos tenían una conexión directa con los territorios catalán y español. Por una parte, el testimonio personal de siete personas que ya se había presentado en el Teatre Lliure de Barcelona TRANS (més enllà) dirigido por Didier Ruiz. Por otra, el viaje musical y coreográfico de un Orlando en medio del folklore hispano de Romances Inciertos concebido por Nino Laisné y cantado y bailado por François Chaignaud con un cuarteto de instrumentistas. Dos obras ideadas por franceses, pero donde los protagonistas y el espíritu provienen de la Península en un cruce de experiencias vitales, sonoras y de movimiento que abanderan el mestizaje y la libertad individual de escoger cada uno su pertenencia. Entre función y función, pudimos conversar con Ruiz, Laisné y Chaignaud sobre esta inspiración.

Tras del estreno con tres representaciones en mayo en el Teatre Lliure de Barcelona y ocho en el Festival de Aviñón a principios de julio, los siete protagonistas de TRANS (més enllà) encaran una gira desde octubre hasta mayo del año que viene por una decena de localidades francesas que volverá a pasar en marzo por el Lliure. Y que, entre medio, contará con una semana de funciones en el Théâtre de la Bastille de París. Toda una revelación a plena luz, para demostrar que el suyo es el caso de muchos otros y no solo no se esconden sino que explican como esta decisión les ha hecho sentir mejor con su cuerpo.

CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | Cuatro de los protagonistas de Trans (més enllà), en el Festival de Avinñón
CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | Cuatro de los protagonistas de Trans (més enllà), en el Festival de Avinñón

Son cuatro mujeres y tres hombres, que han hecho el paso de cambiar de sexo con operaciones o sin. A los veinte años o a los sesenta. Procedentes de ámbitos sociales, geográficos y familiares diferentes y con ocupaciones dispares. Con la aceptación o no de sus allegados. Pero con el convencimiento de que su testimonio puede servir para normalizar la situación y evitar casos dramáticos que se siguen produciendo.

Los ha invitado a subir a escena, en lo que él llama palabra acompañada más que teatro documental, Didier Ruiz con su Compagnie des Hommes. Ruiz había sido actor hasta que hace unos veinte años decidió explorar otras formas dramatúrgicas con personas de la vida real. Y, después de trabajar con personas de la tercera edad, obreros, adolescentes, científicos, expresidiarios, se ha encontrado con esta comunidad que por primera vez lleva mas allá de sus fronteras. Cuando menos su compañero es catalán y esto le permite expresarse en esta lengua durante la entrevista.

“Yo no me había encontrado nunca en mi vida con un transexual. Y, de golpe, me encontré con 35. E hice un taller intensivo de conocimiento. Y, como más me encontraba con gente y oía hablar de ello, más me daba cuenta de que no sabía nada. Y también de que no pasaba nada. Porque no hay que saber nada. La gente hace lo que quiere”. En 2015, el director teatral se hallaba en residencia en el Institut Français de Barcelona y en el festival FIRE! vio el documental Fuoristrada, de Elisa Amoruso, sobre un mecánico de una barriada de Roma que se había cambiado de sexo y vivía con su madre y su mujer y el hijo de esta. Le impactó y, poco después, asistió en la sala Hiroshima al espectáculo Cararet Art Trans. Hablando con activistas del movimiento, se decidió a completar lo que él considera un díptico dedicado a las personas invisibles conjuntamente con el trabajo con los expresidiarios.

Estigma y liberación

PRENSA LA COMPAGNIE DES HOMMES | Didier Ruiz, es director artístico de La Compagnie des Hommes desde 1998
PRENSA LA COMPAGNIE DES HOMMES | Didier Ruiz, es director artístico de La Compagnie des Hommes desde 1998

“Todo lo que hacemos, también lo hacemos por los casos en que los niños y las niñas sufren, para evitarlo”, comentaba Ruiz sobre los efectos de la obra. “Para abrir los ojos a quien los tiene cerrados. Por si se encuentran en su camino un chico o chica como esto-as, lo puedan ayudar. En su familia, en su vecindad, en su calle, en su empresa. Porque no es un hecho excepcional. No es solo una cosa del centro de Barcelona. También se puede encontrar en el pueblo más pequeño de los Pirineos. Y, si ocurre, lo importante es que haya alguien para decir: !todo va bien!”.

En el escenario en Aviñón, con subtítulos en francés aunque uno de ellos Daniel Ranieri se expresa en esta lengua porque actualmente trabaja en Lille, los siete protagonistas iban desgranando sus historias por fragmentos y con intervalos de videoproyecciones y música con esta técnica que Ruiz ha perfeccionado con los años y que se sirve también de la colaboración del coreógrafo de Olot residente en Francia Tomeu Vergés. Esto ha permitido que cada uno de estos testimonios encuentre su mejor manera de dirigirse al público en entonación y gestos corporales. Y no haga falta nada más para crear una emoción especial, al descubrir sus traumas, conflictos y dudas iniciales pero también la transición escogida, su nueva vida y la esperanza que todo esto les ha despertado.

“El hecho de venir a Francia, no les ha resultado tan diferente”, reflexionaba el director teatral. “No tenían ni idea de la existencia del Festival de Aviñón, aunque para nosotros sea el centro del mundo. Cuando llegaron, se dieron cuenta realmente de lo que era. Pero, para ellos y ellas, que esté la tele, que esté la radio, que esté la ministra de Cultura (Françoise Nyssen)… les da más bien igual. Son tan tranquilos, que no les afecta. Es a los actores a quien les afecta”.

Y una anécdota curiosa es la de Raúl Roca, que tiene un contrato para una empresa que presta servicios a Iberia en el aeropuerto de El Prat. En principio, le habían negado las vacaciones para poder venir al festival. Pero, al insistir, tuvo conocimiento el director de esta empresa que es un gran aficionado a la cita aviñonesa. Y le concedió el permiso. Quizás quien esté más cercano al mundo de la farándula sea Ian de la Rosa, exalumno de la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya, que realizó un primer cortometraje (Yo, Álex) en Rubí como Rosa Garrido, un segundo en Almería ya como Ian Garrido (Victor XX, tercer premio en 2015 de la Cinéfondation del Festival de Cannes) hasta adoptar su actual nombre con la idea de poder hacer películas nómadas “como las de Tony Gatlif”.

¿Durante cuánto tiempo más Ruiz tiene previsto seguir trabajando con este grupo? “Podría seguir trabajando con ellos, años y años. Me encantaría porque son increíbles y extraordinarios. Para mi, es una fuente de vida”.

Un Orlando hispanizado

CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | El personaje de La doncella guerrera, en el cuerpo y la voz de François Chaignaud, con Daniel Zapico tocando la tiorba de fondo
CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | El personaje de La doncella guerrera, en el cuerpo y la voz de François Chaignaud, con Daniel Zapico tocando la tiorba de fondo

Si alguien representa en estos momentos en la danza francesa el proceso de transformación de un cuerpo en figuras que pueden constituir tanto al género masculino como el femenino este es François Chaignaud. En su trayectoria para abrazar identidades y épocas, a sus 35 años es el perfecto ejemplo de un Orlando moderno que en esta ocasión viaja a lo largo de los siglos a través de la música tradicional española. No es por casualidad que Romances inciertos tenga como subtítulo Un autre Orlando haciendo referencia a la novela de Virginia Woolf. En tres actos, pasa de ser una doncella guerrera que se viste de hombre al arcángel lorquiano místico y erótico San Miguel y, finalmente, la gitana de aspecto andrógino La tarara. Una metamorfosis que acompaña de su voz de contratenor, mientras se mueve descalzo, en zapatillas de punta o subido a unos zancos riojanos.

Quien ha hecho la investigación, selección y arreglos es Nino Laisné, un vídeoartista y etnomusicólogo aquitano que vive desde hace años en Madrid. Interesado a su vez por el barroco, desde su residencia en la Casa de Velázquez ha efectuado un recorrido por formas tanto populares como cultas del cancionero español desde el siglo XVI. Y no solo se ha centrado en jotas, coplas y zarzuelas castellanas, sino que también ha ido a buscar en las tradiciones asturiana, sefardí o andalusí. Y ha añadido el sonido más contemporáneo del tango. Una mezcla que busca redescubrir estos repertorios pero también hacerlos avanzar y que dialoguen entre ellos. Y, por ello, cuenta con un cuarteto de músicos que aparentemente utilizan instrumentos incompatibles: tiorba y guitarra barroca (Daniel Zapico), viola de gamba (François Joubert-Caillet), percusiones históricas y tradicionales (Pere Olivé) y bandoneón (Jean-Baptiste Henry).

Y lo más sorprendente es que el espectáculo, estrenado en septiembre pasado en Ginebra, ya se ha visto también en Bélgica y otros lugares de Francia, además de Aviñón, pero aun no en el Estado español. Y de momento tampoco hay fechas de aquí a junio del año que viene, en que continuará de gira con una veintena de otros escenarios incluido Viena. Únicamente en 2014 hubo una performance de La tarara como génesis del proyecto en el festival Periferias de Huesca. Aparte que Laisné y Chaignaud hayan efectuado una residencia en los Teatros de Canal de Madrid para continuar con la preparación de la obra.

“Soñamos en poder presentarlo en España, pero no tenemos ninguna fecha confirmada”, suspira Laisné cuando les pregunto por esta paradoja. “No hay demasiadas razones para entender porque el espectáculo entero todavía no se ha visto. Al revés, hay muchas razones para lo contrario. El espectáculo es en español, habla de la cultura tradicional española. Si hay un público que puede comprender estas referencias, es en España”.

Coreografía y música travestidas

VICENÇ BATALLA | Daniel Zapico, François Joubert-Caillet, Pere Olivé, Jean-Baptiste Henry y François Chaignaud, al final de la representación de <em>Romances inciertos</em>
VICENÇ BATALLA | Daniel Zapico, François Joubert-Caillet, Pere Olivé, Jean-Baptiste Henry y François Chaignaud, al final de la representación de Romances inciertos

Al su lado, Chaignaud que ha tenido que hacer un verdadero trabajo de adaptación a un baile y una lengua que hasta ahora no había practicado explica cuáles eran sus inquietudes. “Me atraía mucho intuitivamente, por el aspecto físico. Se trata de una danza muy codificada pero también es muy impulsiva. En muchas culturas se cree que una danza impulsiva quiere decir una danza desordenada. Y, especialmente, en el flamenco encuentro fascinante su complejidad, su sofisticación… Por una parte, ha habido un trabajo de absorción de algunos motivos y ritmos. Pero a la vez noto que ha sido como una caricia. Yo solo he rozado algunas cosas…”.

En este afán por apropiarse de danzas extranjeras y travestirlas, evidentemente el flamenco era una tentación muy golosa. Para redondear las paradojas, los cursos de Chaignaud los hizo en Sevilla con la bailaora Javiera de la Fuente chilena. “La mayor parte del tiempo se trata de metabolizar, evocar estas músicas y danzas españolas. Hay muy pocas citaciones puras. Toda la obra es mestiza e híbrida”.

Hasta el punto de empezar con Tristeza de un doble A, un tango instrumental de Astor Piazzola. “El tango de apertura me permitía hacer aparecer el lenguaje del bandoneón, pero con un acompañamiento en ostinato barroco con la viola de gamba y la tiorba”, argumenta Laisné. Y, a medida que avanza la obra, se van derrumbando géneros y estilos. “En la pieza ‘Vértigo’ antes de ‘La tarara’, hay como una pérdida de aliento en la manera de tocar el tema. Se siente que el esfuerzo está compartido. Es un dúo para los dos instrumentos, la tiorba y el bandoneón, que se ahogan, se desmayan. Y es un paralelismo del cuerpo, su transpiración, la intensidad coreográfica”.

La manera como Chaignaud absorve este deseo escenográfico de Laisné es realmente cautivante, con la culminación cuando aparece entre el público para interpretar este último tema de La Tarara. “No es tanto que me meta en la piel de Orlando, sino que siento que somos cinco en converger para que esta figura entre en mi piel pero también en la de los sonidos. Diría que es más bien una encarnación colectiva”.

El abanico del bailarín desde hace una decena de años es deslumbrante: dance-hall jamaicano y otros ritmos negros de última generación con su socia argentina Cecilia Bengolea en la compañía Vlovajob Pru, polifonías de la Edad Media con el objetivo de aquí a 2019 de escenificar integralmente las 69 melodías de la abadesa benedictina Hildegard Von Bingen (del siglo XII) y colaboraciones con la histórica drag queen de San Francisco Rumi Missabu, el cabaretero Jérôme Marin o en la reapertura de la sala Madame Arthur en el Pigalle parisino.

Una edición militante

CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | La actriz Béatrice Dalle y la escritora Virginie Despentes en uno de los capítulos del folletín sobre las teorías de género de <em>Mesdames, messieurs et le reste du monde</em>
CHRISTOPHE RAYNAUD DE LAGE | La actriz Béatrice Dalle y la escritora Virginie Despentes en uno de los capítulos del folletín sobre las teorías de género de Mesdames, messieurs et le reste du monde

Precisamente, Jérôme Marin protagonizó dos veladas con su personaje travestido Monsieur K a mediados del festival al lado de la troupe de Madame Arthur. Y durante todo el certamen, al mediodía en el jardín de la biblioteca Ceccano, el escenógrafo David Bobée repasaba en un folletín las teorías de género en Mesdames, messieurs et le reste du monde con la intervención de amateurs o nombres propios como Béatrice Dalle y Virginie Despentes. La coreógrafa Phia Ménard, nacida con el cuerpo de un hombre, presentaba Saison sèche reivindicando las identidades libres. El director franco-iraní Gurshad Shaheman, en Il pourra toujours dire que c’est pour l’amour du prophete, ponía en boca de jóvenes actores y actrices los testimonios de una treintena de refugiados en Beirut y Ateas iraníes, iraquíes y sirios de la comunidad LGBT. Y tendríamos que añadir el espectáculo Grito pelao sobre la maternidad lesbiana, de la bailaora Rocío Molina y la cantante Sílvia Pérez Cruz.

El mismo director del festival, Olivier Py, representó en el off de Aviñón un año antes de acceder a su cargo en 2014 su doble femenino cabaretero Miss Knife. Como consecuencia, la dedicatoria de esta edición a las cuestiones de género ha levantado tanto las críticas del arzobispo de Aviñón, Jean-Pierre Cattenoz, como de un colectivo local LGBT por considerarlo instrumental.

La pregunta parecía obligada a Chaignaud sobre si él se sentía cómodo con esta categorización del festival, incluyendo el espectáculo Romances inciertos: “¡La calificación de este año sobre la cuestión de género es tan amplia! Por una parte, encuentro magnífico plantearlo y, por otro, es un poco molesto que el espectáculo a veces solo se enfoque desde este ángulo. Porque contiene una gran riqueza de elementos. Y también hay que ver cómo se utiliza a nivel micro y macro políticamente”.

 

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