¡América grande de nuevo!

WILLIAM WEGMAN | La perra Candy, fotografiada con el título <em>Casual</em> en 2002 y que es la imagen de los Rencontres d'Arles 2018 (Sperone Westwater Gallery)
WILLIAM WEGMAN | La perra Candy, fotografiada con el título Casual en 2002 y que es la imagen de los Rencontres d’Arles 2018 (Sperone Westwater Gallery)

VICENÇ BATALLA. Si la fotografía puede ser un reflejo del alma, las imágenes del norteamericano Wiliam Wegman con perros de la especie bracos de Weimar nos representan a nosotros mismos. A nuestra mirada. No en vano el título de la exposición en los Rencontres de la Photographie d’Arles 2018 es Être humain (ser humano), un juego de espejos en que la figura canina convenientemente disfrazada es irónica y reveladora. También la del cartel de la presente edición hasta el 23 de septiembre. Y tampoco es casualidad que, entre las 36 exposiciones oficiales, se haya escogido en el recorrido principal como lema America Great Again! (América grande de nuevo), invirtiendo la consigna xenófoba del actual presidente de Estados Unidos Donald Trump. Media decena de estas exposiciones muestran imágenes de una América de ayer y hoy con todas sus heridas, injusticias y mestizajes. Un reflejo del mundo, que también abraza la Cuba sin Fidel, la Turquía con un Erdogan autoritario, la irreverencia de la pareja Gilbert & George, la conexión arrabalera Pigalle-Barrio Chino y los lugares comunes entre Picasso y Godard. Unas instantáneas que captan el estado anímico de cada uno de los visitantes.

William Wegman, de 74 años, no estuvo presente durante la semana de apertura del festival en Arles dedicada a los profesionales, a principios de julio. “Odia los aviones”, explicó su colaborador y comisario de la exposición William A. Ewing en un encuentro con el público. Desde Nueva York, Wegman de todos modos continúa fotografiando sus nuevos bracos de Weimar con los cuales ha encontrado los modelos perfectos para su investigación del comportamiento humano. Y de su labor iniciada en 1979 con el primero de estos perros cazadores pero también hieráticos, bautizado como Man Ray, se pueden ver más de ochenta fotografías. Incluso hay un capítulo reciente con el título de Figuras de estilos. Motivos y leitmotivs: el fotógrafo trabajando, en que el autor predispone a sus pupilos con indumentaria de la nueva juventud trap que rapea a golpes de autotune.

Su técnica se acompañaba al principio de las máquinas Polaroid, por la posibilidad de poder comprobar inmediatamente si la postura del animal había sido la correcta así como la simulación de sus auxiliares moviendo las manos. A partir de 2007, ya se sirvió de los aparatos digitales. Desde disfraces de época hasta los estereotipos más actuales, la galería de personajes interpretados por estos perros de piel gris, reluciente y lisa es una buena fábula de nuestros hábitos, simulaciones y deseos. “Es inútil disfrazar un perro para atribuirle cualidades humanas”, confiesa Wegman en unas declaraciones al semanario Le Point para enfatizar que lo más importante seguirá siendo nuestra mirada.

Robert Frank, Raymond Depardon y Paul Graham

ROBERT FRANK | Una de les fotografías que quedaron fuera del mítico libro <em>Les américains</em>: <em>Parada de autobús, Detroit 1955</em> (Collection Fotostiftung Schweiz, Winterthour)
ROBERT FRANK | Una de les fotografías que quedaron fuera del mítico libro Les américains: Parada de autobús, Detroit 1955 (Collection Fotostiftung Schweiz, Winterthour)

En el recorrido propiamente dicho de America Great Again!, destaca una revisión sesenta años después del álbum seminal Les américains de Robert Frank. El fotógrafo suizo de 93 años, también residente en Nueva York y que no pudo estar presente en Arles, le dio la vuelta al sueño americano con su realismo en blanco y negro que era el complemento perfecto en imágenes a la beat generation. La publicación del libro en 1958 por el editor francés Robert Delpire, muerto en septiembre pasado, supuso una sacudida a una fotografía formalista que tenía miedo de ensuciarse en los márgenes. En la exposición Sidelines se pueden ver imágenes inéditas que no aparecieron en el libro y la génesis de este con el trabajo precedente de Frank en Suiza, Europa y Sudamérica. Incluido la España miserable y atávica (iglesia y toros) de principios de los cincuenta en Barcelona, Valencia o Málaga.

El francés Raymond Depardon, realizador a su vez de documentales, recoge en Depardon USA, 1968-1999 su labor en tres momentos diferentes en Estados Unidos. Cofundador de la agencia Gramma, en 1968 cubrió la victoria del republicano Richard Nixon, volvió al país a principios de los ochenta para ofrecer otra imagen de América en las páginas del diario Libération y posteriormente una década después para captar a contracorriente en formato vertical los desérticos paisajes del interior.

Una mirada todavía más reciente y ya utilizando el color es la del británico Paul Graham que contrasta tres series americanas de las últimas dos décadas en La blancheur de la baleine, que se exhibió durante el primer semestre del año en el Centre d’Art Bombas Gens de Valencia. En la primera, American night (1998-2002), refleja la crueldad de la exclusión social y racial. En la segunda, A shimmer of posssibility (2004-2006), se detiene en detalles más humanos y cotidianos. Y en la tercera, The present (2009-2011), juega con la movilidad constante que se vive en su actual ciudad Nueva York. El hecho de mantenerse en este país, pese al clima político que se vive, es en sí mismo un acto de resistencia tal com él reconoció en una charla en el patio que acoge la sede del festival.

Dos testimonios inmediatos de la situación son el palestino Taisyr Batniji, que en Gaza to America, home away from home resigue la diáspora de sus primos, y la francesa Laura Henno que en Rédemption explora un campamento de marginados en la ciudad perdida de Slab City en California.

Las comitivas funerarias de Robert F. Kennedy y Fidel Castro

MICHAEL CHRISTOPHER BROWN | Una de las imágenes de <em>Soy Fidel</em>, tomada desde la comitiva funeraria de La Habana a Santiago de Cuba entre el 29 de noviembre y el 4 de diciembre de 2016
MICHAEL CHRISTOPHER BROWN | Una de las imágenes de Soy Fidel, tomada desde la comitiva funeraria de La Habana a Santiago de Cuba entre el 29 de noviembre y el 4 de diciembre de 2016

En épocas y circunstancias diferentes, aunque ligadas por el fervor o el respecto de la gente a su paso, dos exposiciones reflejan la desaparición de dos figuras políticas con el Golfo de México entre medio. Por una parte, The train, le dernier voyage de Robert F. Kennedy es el viaje en ferrocarril el 8 de junio de 1968 entre Nueva York y Washintgon D.C. con el cuerpo del senador asesinado tres días antes en Los Ángeles. Paul Fusco tomó un millar de fotografías desde uno de los vagones de la multitud concentrada a su paso que lloraban al hermano de JFK asesinado a su vez cinco años antes y que estaba a punto de ser proclamado candidato a la elección presidencial por los demócratas.

En su momento, la revista Look solo publicó algunas imágenes y en blanco y negro. Se tendría que esperar a otras publicaciones bastantes años después para ver la serie completa. Y de aquí se inspiraron el holandés Rein Jelle Terpstra para hacer una versión con las fotografías amateurs de la gente desde la orilla y el francés Philippe Parreno para hacer una reconstrucción con un centenar de actores con una cámara de cine colocada sobre el techo de otro ferrocarril. Las tres propuestas se reúnen en una en Arles.

El iconoclasta Martin Parr escribe una introducción en la exposición Yo soy Fidel del estadounidense Michael Christopher Brown donde la compara con el Funeral train de Fusco. Las sensibilidades ideológicas no son exactamente las mismas por aquella familia Kennedy que se enfrentó a Fidel Castro en la crisis de los misiles de 1962. Aunque, a pesar de una revolución convertida en dictadura y la devastación de la isla tras la desaparición de la Unión Soviética, miles de personas se dieron cita para ver pasar el coche fúnebre del hermano grande de los Castro del 29 de noviembre al 4 de diciembre de 2016 emulando al revés la Caravana de la Victoria revolucionaria en 1959 entre Santiago de Cuba y La Habana. Brown, conocido por su trabajo fotoperiodístico en la guerra civil libia, tomó nota desde el asiento del copiloto de un todoterreno. Y las caras de grandes y jóvenes, a su paso, son la de una gran incertidumbre sobre el futuro. Lo comisaría el barcelonés Ramon Pez, que ya ha acompañado Brown en su proyecto libio.

Las imágenes y el control de la información

ÇAGDAS ERDOGAN | Fotografía de uno de los participantes en la exposición colectiva sobre la escena contemporánea turca, extraída de <em>Control series, 2015-2016</em>
ÇAGDAS ERDOGAN | Fotografía de uno de los participantes en la exposición colectiva sobre la escena contemporánea turca, extraída de Control series, 2015-2016

Las sesiones nocturnas en el Teatro Antiguo de la ciudad en esta primera semana profesional se abrió el 3 de julio con una velada dedicada a Las fronteras de la libertad. Pese a una lluvia inusual en esta época del año, el activista estadounidense Trevor Paglen sorteó los inconvenientes meteorológicos para explicarnos como los servicios secretos de su país intentan controlar la vida privada de las personas. Un big brother moderno pasado por conexiones submarinas que cablean el planeta para internet, nexos que pueden encontrarse en bases militares en Alemania y satélites que son capaces de captar los movimientos, rasgos y conversaciones de una persona desde el cielo. Con el resultado que los algoritmos pueden llegar a prever el futuro de cada uno de nosotros en función de toda esta base de datos. Todo ello, ilustrado con sus fotografías de toda esta geografía tecnológica que se esconde bajo la estrategia del secretismo e intereses ocultos. La respuesta, para Paglen, es contraatacar con el mismo tipo de instrumentos y organizarse para evitar ser engullidos por dicha maquinaria.

La misma velada acogió la lectura de la actriz francesa Rachida Brakni de fragmentos de Le silence même n’est plus à toi (Actes Sud, 2017) de la escritora turca Asli Erdogan. El libro es una colección de artículos publicados en el diario pro-kurdo Ozgür Gündem y que fue la excusa para encarcelarla cuatro meses a finales de 2016, después del golpe de Estado fallido contra el presidente Racip Tayyip Erdogan. Un vez obtenida la libertad, aprovechó un premio en Fráncfort para exiliarse en medio de la caza de brujas de Erdogan.

OLGA KRAVETS, MARIA MORINA, OKSANA YUSKHO | Imagen de la exposición sobre Grozny, donde unas mujeres limopian la sangre de las escaleras del Parlamento después de un ataque suicida en 2010
OLGA KRAVETS, MARIA MORINA, OKSANA YUSKHO | Imagen de la exposición sobre Grozni, donde unas mujeres limpian la sangre de las escaleras del Parlamento después de un ataque suicida en 2010

Precisamente, la lectura se enmarcaba dentro de la exposición Une colonne de fumée. Regard sur la scène contemporaine turque, que no es otra cosa que una muestra colectiva de diecisiete fotógrafos y videoartistas con imágenes que en su país son censuradas. De las más poéticas y metafóricas hasta las más directas, como el expeditivo videoclip Wonderland del grupo de rap Tahribad-i Isyan (Destruction Following Revolt) sobre las protestas en 2013 por la desaparición del Parque Gezi en Estambul.

Otra propuesta de actualidad destacada es Grozny: neuf villes, a cargo de Olga Kravets, Maria Morina y Oksana Yuskho, donde retratan la capital chechena y su gente después de dos guerras contra Moscú y que el presidente ruso Vladímir Putin colocara como hombre todo poderoso de la región del Cáucaso al caid Ramzan Kadyrov para que se encargara de reprimir por su cuenta a la población. Un recorrido gráfico entre el intento de borrar un pasado reciente tan violento y las heridas no cerradas que el régimen despótico de Kadyrov ignora.

En contraste con una realidad tan desgarradora, la primera noche en el Teatro Antiguo sirvió para entregar los Premios del Libro del certamen. En la categoría histórica, ganó The pigeon photographer, publicado por la editorial italiana Rorhof y que cuenta con un ensayo del catalán Joan Fontcoberta. Acompañándose de las fotos de principios del siglo XX, relata como el alemán Julius Neubronner utilizó palomas mensajeras para colgarles cámaras y realizar fotos aéreas. Un antepasado evidente de los actuales drones.

La relación con la Fundación LUMA

GILBERT &amp; GEORGE | La obra <em>Bent shit cunt,</em> de 1977, expuesta en la retrospectiva de la pareja de artistas
GILBERT & GEORGE | La obra Bent shit cunt, de 1977, expuesta en la retrospectiva de la pareja de artistas

En Arles, convergen una serie de iniciativas públicas y privadas que la convierten en la capital europea de la fotografía y que supone un imán para los mecenas. Una de las ricas herederas de los laboratorios farmacéuticos Roche suizos Maja Hoffmann creó la Fundación LUMA, que está construyendo una nueva torre abollada del arquitecto Frank Gehry. Tiene que abrir en 2020, pero mientras tanto ya es la propietaria del extenso Parc des Ateliers donde antes se fabricaban ferrocarriles.

Sus enormes medios contrastan con los a menudo pequeños y calurosos espacios del municipio donde se ubican las exposiciones oficiales del festival. Para racionalizar la oferta, las exposiciones simultáneas de la Fundación LUMA se incluyen como complemento del certamen. Incluso la fundación les cede espacio. La muestra sobre el viaje funerario en tren de Robert F. Kennedy es en el Parc des Ateliers, así como los trece años durante los cuales la francesa Ann Ray siguió con cámara analógica el auge y desaparición del diseñador de moda inglés Alexander McQueen. El trayecto de Les inachevés-Lee McQueen, claro, se detiene cuando este se suicida en 2010 dejando detrás suyo un mundo entre futurista y fantasmagórico.

Más terrenal es Des sneakers comme Jay-Z, portraits et paroles d’exiliés, una serie de retratos de refugiados en el centro de acogida de Emmaüs en la Porte de la Chapelle de París que se exhiben con la ropa de segunda mano que les dan explicando por qué han escogido esa prenda. Frédéric Delangle y Ambroise Tézenas sacaron el título de un primer refugiado que quería parecerse con las zapatillas acabadas de poner al rapero Jay-Z.

Gilbert & George, una pareja bien avenida

VICENÇ BATALLA | Gilbert explicando al público los aspectos de la exposición en la Fundación LUMA de Arles al lado de George
VICENÇ BATALLA | Gilbert explicando al público los aspectos de la exposición en la Fundación LUMA de Arles al lado de George

La exposición más ambiciosa de este verano de la Fundación LUMA, y que estará abierta hasta el 6 de enero, es la retrospectiva Gilbert & George The great exhibition, 1971-2016. Unas salas inmensas con sus enormes mosaicos donde simétrica y sistemáticamente aparecen las figuras de la pareja com traje y corbata o desnudos y símbolos sobre la religión, el sexo, el dinero y el poder en general. Avanzándose al happening, al glam, al punk, a los temas recurrentes de la sociedad actual y sobre todo a la cultura de la autoreferencia. Durante este medio siglo, han sido despreciados por buena parte de la crítica y las corrientes minimalistas. Hasta que a sus 75 años, este dúo genuinamente british de Spitalfields (no lejos del ahora multicultural mercado londinense de Brick Lane) saborea su venganza y sigue paseando ante sus obras como esculturas vivientes.

Así lo hicieron durante esta semana de apertura, con su característica elegancia y humor incombustible. Nada más empezar, nos obsequiaron con una de las canciones camp de los Flanagan and Glam, una pareja de cómicos británica de la primera mitad del siglo XX de quienes se compraron un disco para gramófono cuando eran estudiantes de la St Martin’s School of Art en los años sesenta. El comisario de la exposición, el suizo Hans Ulrich Obrist que gestiona la Sepertine Gallery en Londres, les hace una jugosa entrevista en L’Officiel Art en que confiesan que en su momento comprendieron que podían convertirse en el objeto mismo de su arte. Una convivencia tan larga y sólida, me incitó a hacerles la pregunta sobre si alguna vez se habían peleado. La respuesta de George, el más alto, fue ingeniosa como no podía ser de otra manera: “¡Esta cuestión nos la hacen muchas veces y es la típica pregunta heterosexual!”.

Los arrabales de Jane Evelyn Atwood y Joan Colom

JANE EVELYN ATWOOD | Una de las protagonistas de <em>Pigalle people 1978-1979</em>
JANE EVELYN ATWOOD | Una de las protagonistas de Pigalle people 1978-1979

El mismo director del festival, Sam Stourdzé, es el comisario de un diálogo a distancia y entre épocas entre la norteamericana Jane Evelyn Atwood, de 70 años, y el catalán Joan Colom, muerto a los 97 en septiembre pasado. El punto de encuentro son sus colecciones de los bajos fondos donde se ejerce el intercambio de servicios sexuales en París y Barcelona. Aquellas zonas de legalidad difuminada, pero que se hallan justo en medio de la ciudad y generan todo tipo de leyendas.

La neoyorquina Atwood, que vive en Francia desde principios de los setenta, convivió a finales de aquella década durante un año con la comunidad transgénero del barrio parisino de Pigalle, allí donde está el mercado del sexo y antes de que llegara la centrifugación urbanística. Era una época en que las personas que optaban por esta opción se veían abocadas a prostituirse para sobrevivir y era fácil caer en la adición a la heroína. Las imágenes de Pigalle people, 1978-1979 (Le Bec en l’Aire, 2018) son realmente duras y, a su vez, trasmiten un mundo interracial y sin prejuicios. Cuando la norteamericana se decidió hace poco a recuperar este material, buscó el contacto de aquellas protagonistas que aun estaban vivas. Nouja era una de ellas, pero murió en febrero pasado antes de que se editara el libro y se presentara la exposición. Atwood le dedica su trabajo.

Por su lado, esta es la primera vez que se exponen en el extranjero las fotografías en color del Barrio Chino post-olímpico de Joan Colom. En el Museu Nacional d’Art de Catalunya, la exhibición se tituló Jo faig el carrer (donde también había el blanco y negro de los cincuenta y sesenta). En Arles, se ha llamado Espace public. En comparación al Pigalle transgénero, las imágenes de Colom son más lúdicas y pulidas. En contraste quizás con la aspereza de aquellas décadas autárquicas de lo que da fe un documental proyectado en una sala contigua.

Collage entre Picasso y Godard

Fotograma de <em>Pierrot le fou</em> de Jean-Luc Godard (STUDIOCANAL, Société Nouvelle de Cinématographie et Dino De Laurentis Cinematographica)
Fotograma de Pierrot le fou de Jean-Luc Godard (STUDIOCANAL, Société Nouvelle de Cinématographie et Dino De Laurentis Cinematographica)

En un terreno más intelectual y con la perspectiva que da la abadía benedictina de Montmajour a cuatro quilómetros de Arles, se confrontan dos genios del siglo XX de los cuales todavía hay uno vivo. Godard-Picasso: collage(s) es un diálogo no evidente entre uno de los últimos representantes de la Nouvelle Vague cinematográfica y el malagueño revolucionario de la pintura. El comisario Dominique Païni, especialista en las conexiones entre arte y cine y exdirector de la Cinémathèque y el Centro Pompidou, reconoce que las formas de ambos pueden llegar a ser antagonistas: Picasso trabaja la inmovilidad y Godard la movilidad. Aunque detecta una actitud inconformista común, de estudio del clasicismo para deconstruirlo. Y que enlaza en su interés por el collage como punto de encuentro.

JEAN-LUC GODARD | Collages del realizador suizo en los noventa, cuyos originales se han perdido
JEAN-LUC GODARD | Collages del realizador suizo en los noventa, cuyos originales se han perdido

El monumento eclesiástico sirve para remarcar la cantidad de obras picassianas que aparecen en las primeras películas de Godard. Hasta que en Pierrot le fou, de 1965, Jean-Paul Belmondo vive una intriga llena de objetos descompuestos. Motivo por lo cual el ideólogo surrealista Louis Aragon teorizó el mismo año en el libro Les collages esta técnica como arte que tanto podía utilizar Picasso como Godard y que retomaba el prefacio del catálogo de una exposición artística de 1930 en el que se hacía referencia por primera vez.

El cineasta suizo, de 87 años, recorre a los collages per sus Histoire(s) du cinéma con los que ha hecho libros y la exposición Collage(s) de France. Sus esbozos, así como croquis de largometrajes, también están presentes en Montmajour. Y, de hecho, su último filme Le livre d’image, proyectado en competición en el último Festival de Cannes, es un collage que condensa fragmentos de su carrera cinematográfica en contexto con el bombardeo de imágenes de actualidad.

Desde un punto de vista visual, Le mépris de 1963 con Brigitte Bardot y Michel Piccoli en la isla italiana de Capri juega con los tres colores primitivos: cian, magenta y amarillo. Colores de los cuales se sirve cada vez más Picasso, a medida que se instala definitivamente en la Provenza y la Costa Azul. En la muestra, asimismo se presenta el trabajo conjunto que hizo con André Villiers manipulando material fotográfico. Una inspiración mediterránea, por otro lado, que inscribe esta exposición dentro del programa Picasso-Mediterráneo 2017-2019 y que comprende setenta instituciones de diferentes países con una cincuentena de muestras programadas.

Van Gogh al cine, esperando el 50 aniversario

LILY GAVIN | Imagen durante el rodaje de <em>At eternity's gate</em>, con Willem Defoe en el rol de Vincent Van Gogh
LILY GAVIN | Imagen durante el rodaje de At eternity’s gate, con Willem Defoe en el rol de Vincent Van Gogh

Otro de los atractivos arlesianos, sobre el cual el protagonista no podía sospechar su repercusión en vida, es la desdichada historia de Vincent Van Gogh y sus girasoles hiperbólicos. Un amante de las vocaciones truncadas como el también pintor Julian Schnabel ha rodado en estos lugares la película At eternity’s gate, con Willem Dafoe en el papel protagonista y coguión del veterano Jean-Claude Carrière. La cinta aun tiene que estrenarse, pero de momento la norteamericana Lily Gavin presenta en el Parc des Ateliers Une histoire avec Vincent: colección de fotografías tomadas durante la filmación y que recrean en blanco y negro el ambiente de aquella época no solo con los actores principales, sino también con los extras.

Un buen aperitivo para ir preparando, en julio de 2019, la cincuentena edición de los Rencontres d’Arles. Y en la cual se pagará por primera vez a los autores por sus exposiciones. Exactamente, 500 euros tal como ha prometido la ministra de Cultura, Françoise Nyssen. Fue la respuesta a la campaña #paye ta photo (paga tu foto) de fotógrafos independientes y colectivos que se quejan de que, en la era digital, se ha extendido todavía más el concepto de la gratuidad. Nyssen debe ser especialmente consciente de ello al salir como sale de la editorial Actes Sud con su sede central en Arles.

 

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