Afrofuturismo en el Transmusicales de Rennes

VICENÇ BATALLA | La luso-angoleña Pongo en directo en el Transmusicales con su personal interpretación del <em>kuduro</em>
VICENÇ BATALLA | La luso-angoleña Pongo en directo en el Transmusicales con su personal interpretación del kuduro

VICENÇ BATALLA. El año 2018 ha sido, definitivamente, el del afrofuturismo. La prueba es el éxito comercial y la bandera que han hecho de ello las comunidades negras de la película de superhéroes Black panther. Entre nuevas estrellas galácticas en Estados Unidos y África, emergen todo tipo de artistas y estilos de este continente que se propagan con personalidad propia sin necesidad de ser apadrinados por la world music. Es la hora del pop global y el Transmusicales de Rennes (5-9 diciembre), manteniendo su carácter de descodificador de los sonidos y actores de los cuales se hablará mañana, estuvo marcado en su cuadragésima edición por todo tipo de futurismos: de Nigeria, de Angola, de Sudáfrica, de Lesotho, de Kenia, de Uganda… Pero también de otros ismos como las conexiones afroamericana, afrocubana, afrobrasileña y, por qué no, afrojaponesa. Para acompañarnos en este recorrido, tuvimos el honor de hablar con una institución como es Martin Meissonnier. Que si no les suena el nombre, sí les sonarán sus producciones.

Martin Meissonnier se inventó el pseudónimo, para la sesión de dj durante la madrugada, de Dox Martin. Quería utilizar el de Doc Martin, pero le dijeron que ya estaba tomado. Aunque no se le ve habitualmente tras los platos o el ordenador de una cabina, de sus 62 años dos terceras partes los ha pasado mezclando música de artistas de los cinco continentes. Y difundiendo esta música en la prensa, la radio y la televisión, además del cine. Como muestra, solo unos cuantos de los nombres para los que ha producido álbumes si no es que los ha prácticamente descubierto él mismo: Don Cherry, Fela Kuti, King Sunny Adé, Ray Lema, Tony Allen, Khaled, Papa Wemba, Sean Kuti…

VICENÇ BATALLA | El periodista y productor musical Martin Meissonnier delante del cartel del Transmusicales 2018
VICENÇ BATALLA | El periodista y productor musical Martin Meissonnier delante del cartel del Transmusicales 2018

Si hablamos de colaboraciones más puntuales, podríamos añadir Salif Keita, Manu Dibango, Afrika Bambaataa, Robert Plant & Jimmy Page, Gregory Isaacs, Sly & Robbie… Esto si únicamente citamos los nombres más conocidos, porque también ha trabajado con músicos japoneses como Haruomi Hosono (Yellow Magic Orchestra) o Yasuaki Shimizu.

“Nunca me sentí cómodo con la etiqueta ‘world music”, nos confiesa Meissonnier a media tarde en la sala de prensa del Transmusicales en el centro de Rennes. “Nunca me interesó. Para mí, las etiquetas no existen. Lo que hay son artistas. Me importa un pito cómo tengan que clasificar los discos en las tiendas… En Japón, tanto les da la etiqueta ‘world music’. Y en África, y en Brasil”.

De Salif Keita a Fela Kuti, pasando por King Sunny Adé

De hecho, rodeados como estamos en este festival de músicos africanos que llegan con proyectos personales o hechos con músicos occidentales pero que en muchos casos llevan la iniciativa respecto a las nuevas tendencias, el concepto clásico de productor de Missionnier también ha cambiado. “Hace treinta años, ayudábamos a músicos africanos como Salif Keita, Papa Wemba, o Fela Kuti a emerger. y, ahora, lo que es genial es que los artistas africanos ya no nos necesitan. Y producen música que está francamente bien. ¡Me alegro, porque es excitante!”.

Solo a título de recordatorio sobre estas figuras que irrumpieron en el Primer Mundo cuando este más los necesitaba, repasamos con el productor francés algunas de sus colaboraciones. De Keita, explica que produjo la última maqueta de su grupo malí Les Ambassadeurs en 1984 pero “el sello la rechazó porque encontró que era demasiado africana”. Después, Keita se daría a conocer en el mundo entero en 1987 con Soro, que Island Records sí que aceptó. “Lo hizo con otros compañeros míos y, de todas maneras, ¡quedó muy bien!”.

VICENÇ BATALLA | Dox Martin, alias de Martin Meissonnier, pinchando por la madrugada con una camiseta donde dice <em>Afrobeat rules</em>
VICENÇ BATALLA | Dox Martin, alias de Martin Meissonnier, pinchando por la madrugada con una camiseta donde dice Afrobeat rules

De Kuti, para quien hizo tres álbumes para su primera gira europea en 1981, recuerda: “Yo hacía la producción ejecutiva. Con Fela, no se podía decir que eras el productor. El productor del disco era Fela. Con él, ¡esto no se discutía! Para mí, era muy interesante observar, comprender por ejemplo como mezclaba el bajo con una gran caja de batería…”.

Después, en 1987, también produjo a su batería Tony Allen aun en activo hoy a los 78 años. “¡Fela no estaba contento que produjera a Tony Allen! Hay otro álbum que produje con él para Island Records, pero no salió nunca. Hubo un problema con los contratos y con una cantante. Debe de estar escondido en alguno de los armarios de la compañía…”.

Antes de morir en 1997, Fela le envió a su hijo pequeño Seun. Y de aquí salió en 2008 su primer álbum como Seun Kuti & Fela’s Egypt 80, en una línea más continuista respecto a su padre que la de su otro hijo Femi.

Pero el artista con el cual Meissonnier tuvo más éxito, con giras norteamericanas incluidas, fue el también nigeriano King Sunny Adé que popularizó fuera de su país la música yoruba jùjú con arreglos contemporáneos. Con él, grabó tres álbumes entre 1982 y 1984 como King Sunny Adé and His African Beats. “¡Colocamos dos álbumes en los Top 50 americanos, en la época de Michael Jackson! Esto quiere decir que vendíamos muchos discos. Y llenábamos salas de 6.000 plazas en Londres, en París… King Sunny vivía en la misma calle que Fela en Lagos. De hecho, en Nigeria King Sunny era el músico más popular. Más que Fela”. A sus 72 años, un King Sunny que en Nigeria se ha convertido en un hombre de negocios sigue actuando puntualmente.

‘Afrobeats’

VICENÇ BATALLA | El nigeriano Ekiti Sound, hijo de la industria de Nollywood, con su banda de músicos ingleses
VICENÇ BATALLA | El nigeriano Ekiti Sound, hijo de la industria de Nollywood, con su banda de músicos ingleses

Testigo de las nuevas generaciones nigerianas, Ekiti Sound abrió el viernes por la noche el pabellón más grande del Parc Expo en las afueras de Rennes. Figura surgida de Nollywood (la industria del cine panafricano que ya ha superado en número de producciones a Boollywood), Ekiti Sound es uno de los muchos ejemplos de lo que ha pasado de denominarse afrobeat a afrobeats con una ese al final. Entre Lagos y Londres, esta nueva generación adopta ahora los códigos del hip hop, la electrónica y la última ola del trap que se extiende por todo el mundo. La propuesta de Ekiti Sound es más experimental, con un directo orgánico e improvisaciones que ya ha llamado la atención de la discográfica independiente belga Crammed Discs.

“Lo que es formidable, actualmente, es que hay muchos artistas nigerianos que se dedican a la electrónica o que practican lo que se llama ‘afrobeats’ y se encuentran en las listas americanas e inglesas”, valora positivamente Meissonnier que cita, entre otros, a Olamide (29 años), Wizkid (28 años) o Davido (26 años). “Esto no quiere decir que me guste todo lo que hacen, pero son artistas que se hallan en el Top 5 de las mejores ventas. ¡Y continúan viviendo en África!… En estos momentos, la música africana tiene un lugar dentro del pop mundial comercial. ¡No tiene nada que ver con la ‘world music’ de las guitarras y la polvareda!”.

Ampliando la información, Meissonnier explica que Olamide puede llegar a cobrar 50.000 dólares por una actuación. Al mismo tiempo, el activista francés también se lamenta de que los artistas afroamericanos que triunfan a nivel de público y crítica no siempre son depositarios de sus influencias. “Beyoncé toma mucha de su inspiración de este tipo de artistas. Lo que es triste es que a menudo copia pasos de baile de los sudafricanos y, a cambio, estos no sacan nada. Si quisiera, Beyoncé podría citar sus fuentes”.

Dj Lag, Morena Leraba y Nihiloxica

NICOLAS JOUBARD | Los ugandeses de Nihiloxica valiéndose de sus percusiones para encender el pabellón techno del festival
NICOLAS JOUBARD | Los ugandeses de Nihiloxica valiéndose de sus percusiones para encender el pabellón techno del festival

Mientras Meissonnier se dedicaba a pinchar toda esta música y remixes suyos en el espacio especialmente dedicado a los djs, a su alrededor y en días anteriores y posteriores aparecían figuras de este afrofuturismo en formación y ebullición.

El día antes, en esta misma cabina, una de ellas fue el productor de Durban Dj Lag. En la urbe sudafricana ha surgido el llamado gnom, que es la respuesta local con percusiones acústicas al footwork de Chicago donde las bases minimalistas sirven para no parar de mover los pies en un baile sincopado. Merece la pena escuchar sus EPs publicados entre 2016 y 2018 (Goon Club Allstars) para comprobar los resultados, que se ha bautizado como afrobass.

De un Estado independiente en medio de Sudáfrica como es Lesotho, provenía uno de los artistas más enigmáticos de esta edición del Transmusicales. Morena Leraba, que a última hora substituyó a los K.O.G. & The Zongo Brigade ghaneses, aparece vestido de guerrero dispuesto a invocar a los espíritus de su tierra de pastores en una enigmática mezcla de sonidos tradicionales y digitales. No se le conocen casi grabaciones, pero cuenta con la inestimable ayuda de cercanos al productor sudafricano Spoek Mathambo. Y, así, pone al día el denominado estilo famo cantado en lengua sesoto.

De Uganda procedían los seis percusionistas de Nihiloxica que, con un británico a la batería y otro a los sintetizadores, inflamó el pabellón más grande del Parc Expo. Al cóctel, se le llama afrotechno. Sin necesidad de más aparatos electrónicos, los momentos de clímax con una sonorización e iluminación impecables para esta actuación y las otras dejaba en evidencia a muchos de los aprendices de los ritmos más enlatados. De ellos, se conoce un EP en 2017 para Nyege Nyege Tapes.

Muthoni y Pongo

VICENÇ BATALLA | La keniata Muthoni Drummer Queen, en su espectáculo de estética afrofuturista
VICENÇ BATALLA | La keniata Muthoni Drummer Queen, en su espectáculo de estética afrofuturista

Quizás una de las artistas que mejor personificaban el afrofuturismo en el festival fue la keniata Muthoni Ndonga, alias Muthoni Drummer Queen por que es a su vez cantante y percusionista. Acompañada en su segundo álbum (MDQ upgraded) y tercero (She) de los productores suizos GR! i Hook, en sus videoclips y sobre el escenario despliega toda la energía, exuberancia y actitud propios del género como réplica a las divas anglosajonas. A veces demasiada deudora de una Beyoncé o una Janelle Monáe, sus canciones y su directo ganan cuando se acerca al tribalismo de una M.I.A. Y es que ser compositora, mujer y comprometida en Nairobi aun cuenta con más dificultades que en Estados Unidos.

Otra seguidora de las lecciones de M.I.A. es la angoleña Pongo formada musicalmente en Lisboa y los sonidos del kuduro. A sus catorce años, ya cantaba y bailaba con los Buraka Som Sistema. Después, se tuvo que buscar la vida por su cuenta y, a sus actuales 26 años, explota todas sus capacidades con su primer EP Baia y la fuerza escénica de un ciclón. Pese a haber limitado las asperezas del kuduro más salvaje y abrazado otros ritmos, sus inflamadas letras en portugués y kimbundu y sus movimientos de caderas la colocan en situación idónea para encender los festivales del verano que viene. Su indumentaria futurista y su corto peinado de colores recuerdan, además, a la pionera Angélique Kidjo.

Underground System, Arp Frique y Ajate

NICOLAS JOUBARD | El líder del grupo Arp Frique de afrodisco Niels Nieuborg, con la bajista Marinolah Copra
NICOLAS JOUBARD | El líder del grupo Arp Frique de afrodisco Niels Nieuborg, con la bajista Marinolah Copra

Atentos a todas estas nuevas tendencias de la sono mundial, las metrópolis occidentales también generan sus propuestas exóticas que consiguen con mayor o menor fortuna proyectarse hacia fuera. En Rennes, pudimos ver tres casos con los estadounidenses Underground System, los holandeses Arp Frique y los orientales Ajate.

Los Underground System toman su nombre, precisamente, de uno de los temas faro de Fela Kuti. Desde Nueva York y liderados por una flautista mestiza que es el motor del colectivo, mezclan punk, funk, salsa y cualquier cosa que ayude a moverse. Más interesantes cuando se pone toda esta maquinaria en marcha que durante las transiciones, ya disponen de una carta de presentación con el álbum What are you publicado en Soul Clap Records.

Por su parte, los Arp Frique bajo la batuta del barbudo Niels Nieuborg revisitan la época disco con aportaciones de músicos de la ex colonia Surinam y las voces de Orlando Julius (otro veterano del afrobeat) y el caboverdiano Americo Brito. Este último, estaba presente en el Transmusicales y contribuyó a la fiesta del combo con un popurrí contagioso. El primer larga duración autoproducido del grupo tiene como ideario Welcome to the colorful world of Arp Frique.

NICOLAS JOUBARD | Los músicos de la banda japonesa Ajate, que practican su particular <em>congotronics</em>
NICOLAS JOUBARD | Los músicos de la banda japonesa Ajate, que practican su particular congotronics

Y, todavía de más lejos, llegaban los japoneses Ajate. La aptitud nipona para integrar sonidos ajenos es sabida. En esta ocasión, se trata de un colectivo enamorado de las músicas africanas. Su creador, Junichiro John Imaeda, se ha dedicado a construir instrumentos expresamente a partir del bambú y, de esta manera, suenan con personalidad propia. Más que una orquesta de afrobeat, lo que se desencadena es una animada variante del congotronics popularizado por los congoleños Konono nº1 que también se fabrican el material para tocar. Los Ajate ya disponen de dos álbumes en el mercado, el último de los cuales Abrada apareció el año pasado.

Y yendo hacia latitudes musicalmente vecinas, los Calenderos reúnen miembros colombianos y venezolanos en Madrid en lo que se anuncia como la primera banda afrocaribeña en Europa. Su despliegue en Rennes recordó la cumbia electrónica psicodélica de unos Meridian Brothers, pero menos austera y más salsera.

De Brasil provenía Lyzza que, desde que se halla en Holanda, se ha dedicado a mezclar sonidos de última generación con sonidos de su tierra y de la cultura transgresora disco. En el festival, lo sirvió convenientemente desde su sesión como dj. Prácticamente no vimos pinchar a los franceses Péroké, pero en disco sus ritmos etíopes y nigerianos de carácter electrónico son francamente estimulantes.

Y, de la isla francesa de la Reunión, desembarcaron Saodaj’: un grupo que practica un maloya con influencias externas e instrumentos como el didyeridú para desembocar en cantos polifónicos hipnóticos en la lengua del país. El proyecto está encabezado por la pelirroja Marie Lanfroy, que consigue una perfecta simbiosis con todos sus acompañantes africanos.

Robert Finley y Ben Lamar Gay

NICOLAS JOUBARD | El <em>bluesman</em> norteamericano redescubierto Robert Finley el día de la inauguración del Transmusicales en L'Étage
NICOLAS JOUBARD | El bluesman norteamericano redescubierto Robert Finley el día de la inauguración del Transmusicales en L’Étage

Capítulo aparte merecen los artistas afroamericanos, que son un mundo en sí mismo y explican buena parte de la música popular del siglo XX. En la misión del certamen de recuperar nombres olvidados al cabo de los años, como ocurrió en su momento con Rodríguez, esta edición fue la oportunidad para el bluesman de Louisiana Robert Finley de 63 años. No fue hasta 2016 que publicó su primer álbum seguido en 2017 de un segundo, con producción de Dan Auerbach de The Black Keys. En directo, Finley demuestra que es una genuina voz del delta del Misisipi donde cabe tanto el lamento del blues como el alma del soul. Y que resume siglos de historia.

Esta tradición llega a Chicago y se convierte, en los años sesenta, en cuna del free jazz. Consciente o inconscientemente, Ben Lamar Gay recoge todas estas enseñanzas y añade su experiencia como residente en Brasil durante una larga temporada. Y resulta de ello una galaxia original y audaz que tiene su síntesis en Downtown castle can never block the sun, un álbum que comprime los siete que ha realizado sin haberlos publicado en los últimos siete años. Habitual de la escena jazz y hip hop de su ciudad, no ha sido hasta los cuarenta años en que se ha atrevido a editar con su nombre en el sello de agitadores culturales que recoge esta herencia International Anthem. En Rennes, nos obsequió con sus cuatro músicos de gira más otros tres en la sección de viento. Él, toca la corneta y canta y el efecto general es el de seguir avanzando con todas las innovaciones que la música negra puede aportar. Una bendición para el oído.

Al-Qasar y Naghash Ensemble

NICOLAS JOUBARD | La banda de rock oriental Al-Qasar, en plena invocación psicodélica
NICOLAS JOUBARD | La banda de rock oriental Al-Qasar, en plena invocación psicodélica

Pero de África, nos queda toda la tradición árabe y magrebí. Y sus representantes en este Transmusicales fueron los Al-Qasar, un sexteto que se ha formado a partir de argelinos, marroquíes y franceses y que cuenta con algún miembro procedente de los malienses Tinariwen. Sin prácticamente aun material discográfico, su objetivo es conjugar la tradición psicodélica de Oriente Medio con los ritmos propios bereberes. Por ello, introducen instrumentos como el laúd y el derbake y vienen a ser como una versión actualizada del recientemente desaparecido Rachid Taha.

Elevando estos sonidos a la electrónica, la marroquí Glitter ahora instalada en París nos hizo una demostración en su sesión como dj de las posibilidades de estas confluencias. Para finalizar con embriagador y sugerente rock psicodélico.

Por otra parte, y en un registro aparte, brillaron los Naghash Ensemble que reúne al pianista John Hodian, norteamericano de origen armenio, con voces líricas femeninas y músicos tradicionales de este país. Residente actualmente en Erevan, Hodian ha musicado unos escritos del siglo XV sobre el exilio para ofrecer una lectura contemporánea que maravilla por su pureza.

En su caso, las últimas producciones de Martin Meissonnier tienen que ver precisamente con un músico marroquí como Aziz Sahmaoui. Ex miembro de la Orchestre Nationale de Barbès y The Zawinul Syndicate, Sahmaoui desarrolla desde principios de la década el proyecto University of Gnawa donde canta y adapta un instrumento subsahariano como es el n’goni. Meissonnier acaba de terminar con él su tercer álbum Poetic trance, que saldrá a principios de 2019. Y en estos momentos se plantea trabajar con uno de sus músicos, el guitarrista senegalés Hervé Samb, para un disco propio.

“Yo ahora produzco por placer”, enfatiza el francés. “Me interesa trabajar con quien yo tenga ganas. Y produzco cuando la gente me lo pide y veo que les puedo aportar algo. A veces, les digo que lo que tienen está muy bien y que yo no les hago falta”. ¿A quién le ha dicho que no les hace falta?: “Por ejemplo, a los franceses Akalé Wubé. Me pidieron mezclar su álbum (‘Mistakes on purpose’, 2017, con el veterano Girma Bèyènè dentro de la serie Éthiopiques) y les contesté que no les hacía falta porque su álbum estaba muy bien”.

Nueva electrónica francesa y Blanca Li

NICOLAS JOUBARD | La francesa La Fraicheur manipulando la mesa de mezclas el año en que se ha estrenado con <em>Self fulfilling prophecy</em>
NICOLAS JOUBARD | La francesa La Fraicheur manipulando la mesa de mezclas el año en que se ha estrenado con Self fulfilling prophecy

La sección electrónica del festival aportó gratas sorpresas por parte de los músicos franceses, después de años en que estos se empeñaban en seguir buscando un nuevo French touch imposible que derivaba en apisonadoras difíciles de digerir. Cabe destacar, en este sentido, el desenfado de Ouai Stéphane (y la construcción de un curioso personaje), el humor de Dombrance (que se inspira en políticos franceses como Jacques Chirac o Jean-Pierre Raffarin para sus títulos y sus proyecciones), la eficacia de Sara Zinger (entre Dunkerke y los clubes belgas), el atrevimiento de La Fraicheur (entre París, Montreal y Berlín y con un primer álbum Self fulfilling prophecy para Infiné), las sensibles composiciones de Losange (aunque necesitaría que fueran más dinámicas en vivo) y el show feminista y multicultural de las O’Sisters (vestidas como zebras y comandadas per la madre superiora Missil).

Podríamos añadir al joven suizo Nelson Beer (cruce de Daniel Darc y Gabi de los DAF), la belga Glitter (con ideas propias y sesiones solo con vinilo) y el dúo británico The Correspondents (con el cantante Mr Bruce como un Spiderman del baile en el pequeño escenario de la sala Ubu).

VICENÇ BATALLA | El suizo Nelson Beer, cruce entre Daniel Darc y Gabi de los D.A.F.
VICENÇ BATALLA | El suizo Nelson Beer, cruce entre Daniel Darc y Gabi de los D.A.F.

En un ámbito diferente, hay que significar a los raperos de Bruselas Choolers Division que con síndrome de Down demuestran que esto no les impide cantar y moverse con actitud acompañados de productores y músicos franceses.

Y, uno de los grandes descubrimientos, fue el italiano Fabrizio Rat que con piano y aparatos protagoniza él solo un directo apabullante in crescendo que asocia tanto el techno de Detroit como la herencia minimalista. Allí donde lo dejó Francesco Tristano. Su álbum de 2007 se llama, no en vano, The pianist y este 2018 ha publicado el EP L’isola y el nuevo álbum Unconscious mind.

La nueva generación detroniana desembarcó con las sesiones de Charles Trees, que proviene del jazz y el hip hop y ofreció una selección exquisita, y el todavía más joven Black Noise, que tiene unos antecedentes en el punk hardcore y como dj de M.I.A. y que fueron visibles en su set. A ellos, hay que adjuntar la presencia del también norteamericano X-Altera que le saca el polvo al jungle para que recupere su atractivo.

Como complemento de este cuadragésimo aniversario del festival, la coreógrafa española Blanca Li trajo a un teatro del sur de Rennes el tercero de sus espectáculos con bailarines de tecktonik o flex electro encontrados en la periferia parisina. En Elektrik, se intercalaban los ritmos más acelerados de este estilo con otros pasajes de música barroca. Esta combinación no es nueva y no siempre sorprende, pero lo que sí es inaudito es la capacidad que poseen estos jóvenes para sacudir sus brazos haciendo las contorsiones más increíbles mientras bailan.

Bodega y psicodelia

NICOLAS JOUBARD | La cantante y percusionista Nikki Belfiglio de los neoyorquinos Bodega, exhibiendo provocación y energía
NICOLAS JOUBARD | La cantante y percusionista Nikki Belfiglio de los neoyorquinos Bodega, exhibiendo provocación y energía

Aunque en el Transmusicales tampoco faltó el rock. No sería lógico cuando en su primera edición de 1979 uno de los grupos locales que participaron fueron los Marquis de Sade, precursores del after-punk en Europa. En esta ocasión, la banda que sobresalió sobre el resto fueron los neoyorquinos Bodega. Puro producto de la escena de Brooklyn (Bushwick que ha sucedido a Williamsbourg), su directo supera su primer álbum Endless scroll y los emancipa respecto a las comparaciones con los Parquet Courts. Sus canciones se alargan con la guitarra de Ben Hozie y la percusión enloquecida y sensual de Nikki Belfiglio, núcleos del grupo, para emparentarse por buenas razones con los Talking Heads.

También hubo mucha psicodelia con guitarras. De Austria y más pop con los PressYes, de Holanda y más rock con los Komodo, y de Italia y más tropical con los Indianizer. Si tuviéramos que destacar a unos sobre otros, lo haríamos con estos últimos porque beben de la tradición más heterodoxa brasileña, añaden letras en castellano y se transcienden a medida que avanzan los temas.

De Montreal, aterró el neo-glam de Hubert Lenoir y su banda en un espectáculo aun por ajustar pero que parece que ya ha escandalizado a los hogares de Quebec. Y de la Meseta española, el objeto no identificado Vurro. Se trata de un joven anónimo que se esconde detrás de unos harapos y un cráneo de toro y toca rock and roll simultáneamente con dos teclados mientras golpea los platillos de una batería con los cuernos. Una fórmula infalible para las fiestas mayores.

Disiz La Peste y Aloïs Sauvage

VICENÇ BATALLA | La aventurera Aloïs Sauvage, al final de los sus conciertos en L'Aire Libre colgándose de una cuerda de circo
VICENÇ BATALLA | La aventurera Aloïs Sauvage, al final de los sus conciertos en L’Aire Libre colgándose de una cuerda de circo

Y hemos dejado para el final, lo que podría ser la revelación francesa 2019: Aloïs Sauvage. De hecho, lo más parecido a un cabeza de cartel en un festival de descubrimientos com este fue el rapero Disiz La Peste que lleva veinte años de carrera desde los suburbios del sur de París. Con altos y bajos e incursiones en otros estilos, ahora reivindica su magisterio entre las nuevas generaciones y cita a Sartre, Camus y Foucault en las entrevistas. Sobre el escenario y en el debut de la gira de Disizilla, es más contundente y convincente cuando rapea por encima de los sonidos electrónicos de su último disco que cuando se pone más tierno.

En el caso de Aloïse Sauvage, 25 años, su primera verdadera puesta de largo con una residencia de cinco actuaciones en L’Aire Libre suscitó admiración. Más conocida como actriz (120 pulsaciones por minuto), la adicta también al circo pone a prueba sus primeras canciones y demuestra que es un animal de escena. Inspirada por el circuito hip hop, su voz juega con diferentes registros y se hace acompañar en directo de teclados y batería. Mientras pule estos temas, ya nos frotamos las manos de lo que es capaz. En las postrimerías de sus conciertos, se colgaba de una cuerda y volaba sobre el público. En el mismo escenario donde Stromae había empezado a poner las bases en 2010 de sus multitudinarios espectáculos.

 

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