SILVIA LIZARDO. El Festival del Cortometraje de Clermont-Ferrand (1-9 de febrero) es un cruce de caminos, cada año en el corazón de Francia, que en esta edición volvió a ser la ocasión para que se dieran cita distribuidores de esas pequeñas películas que haciendo menos ruido atraviesan también los continentes y anuncian grandes cosas. Es el trabajo, por ejemplo, de los barceloneses Marvin&Wayne con proyección iberoamericana o de los chilenos Wood Producciones viniendo a Europa. Conversamos con representantes de ambas compañías, en un 41 certamen que coronó al rumano Bodgan Muresanu por Cadoul de Craciun (Regalo de Navidad) en el palmarés internacional y, por segundo año consecutivo, al taiwanés Pang-Chuang Huang por Last year when the train passed by en la sección más experimental Labo.
La distribuidora Marvin&Wayne lleva exactamente diez años apostando desde Barcelona por la promoción de ese género cinematográfico que se considera menor pero que, precisamente porque tiene menos oportunidades comerciales, necesita un apoyo especial. En este sentido, el Festival del Cortometraje de Clermont-Ferrand es un lugar ideal para encontrar un público y unos posibles exhibidores en circuitos paralelos que prolonguen la vida de estos filmes. Su catálogo ha aumentado considerablemente y, actualmente, abarca cortometrajes tanto procedentes del Estado español como de toda Latinoamérica.
“Estuvimos muchos años trabajando en la producción de cortos y nos dimos cuenta de que, al finalitzar el rodaje, se quedaban ahí guardados”, nos explicó en el bullicioso mercado del certamen uno de los fundadores de Marvin&Wayne, Josep Prim. “Hay muchos que yo incluso ni siquiera he llegado a ver… Faltaban esas ganas de dar a conocer este género en sí mismo que es el cortometraje. Simplemente se producían y el director tenía que encargarse, luego por su cuenta, de su promoción. A raíz de ello, comenzamos a distribuir las películas en las que habíamos participado, Y, ahora, estamos satisfechos de poder cumplir estos diez años”.
La distribuidora barcelonesa recorre todos los grandes festivales del mundo donde el cortometraje tiene un protagonismo especial. Están presentes en Cannes, Berlín, Locarno y, el punto de encuentro más importante en Estados Unidos, que es Sundance. También acompañan a sus autores para que lleguen a ser finalistas en los premios catalanes Gaudí, españoles Goya, europeos EFA y la meca que son los Óscar. En esta edición de Clermont-Ferrand, competían con el corto del argentino Alejandro Saevich Mamartuile y traían al mercado entre otros la cinta catalana Suc de síndria, de Irene Moray, pocos días antes de que esta participara en competición en la Berlinale. De hecho, el corto fue galardonado en Berlín como candidato para los premios EFA que se celebran a finales de año.
“La diferencia entre la distribución del cortometraje entre España y Latinoamérica es que en Latinoamérica el cortometraje se ve positivamente como un ejercicio de escuela”, añade Prim a título de comparación. “Tampoco es que sea muy diferente en España, pero estamos batallando para cambiar esta mentalidad”.
Las cinematografías de Chile, Cuba, Colombia, México y Brasil tenían un papel destacado en el festival, ya que su producción audiovisual se ha incrementado significativamente en la última década. Una testimonio de ello era la chilena Josefina Labán. La realizadora estuvo viviendo un tiempo en Nueva York, pero hace apenas un año retornó a su país de origen y ahora desarrolla una intensa actividad en la productora Wood Producciones. Uno de sus últimos trabajos es Araña, que se estrenará en agosto que viene. En el festival, la productora presentaba el cortometraje En busca de un tierno silencio, de Luis Cifuentes, y proyectos como el de una serie de ciencia ficción.
“El panorama en Chile es increíble, gracias también al éxito del cortometraje ‘Bear Story’ de Gabriel Osorio y Pato Escala, que hace poco ganó el Oscar (2016), y posteriormente al largometraje ‘La mujer Fantástica’, de Sebastián Lelio, premiado asimismo por la Academia de Hollywood (2018)”, nos destacó Labán. “Cada vez llamamos más la atención y acumulamos acuerdos de coproducción con otros países. Los chilenos se están atreviendo a buscar proyectos y coproducciones y se comienza a crear nuevos grupos en esta dirección. Yo llegué a Chile hace menos de un año y la cantidad de proyectos que he realizado no se puede comparar con lo que había hecho antes en Nueva York”.
Cine en erupción
La ciudad de Clermont-Ferrand se puebla cada mes de febrero de directores, productores y promotores de los más diversos países para darse cita en el que ya es el mayor festival del cortometraje del mundo. Porque el género está en plena ebullición. Rodeada de volcanes inactivos y en medio del Macizo Central, las salas de la capital de la Auvernia logran vender en cada edición más de 160.000 entradas para un público tanto local como internacional. En Francia, es la segunda mayor manifestación cinematográfica después del Festival de Cannes.
Y su programación se desdobla entre la competición propiamente dicha y las secciones monográficas y retrospectivas. Este año, sobresalía una selección de cortometrajes provenientes de África (Regards d’Afrique). Algunos de ellos realizados en coproducción con países de otras latitudes. Fue una oportunidad única para descubrir autores, productores y temáticas en este continente. Uno de los cortos más arriesgados visto fue Théâtre urbain, de Nelson Makengo, con coproducción entre el Congo y Alemania. Este curioso documental se vale del personaje de la muñeca Barbie junto al del cómic Capitán América para una búsqueda en las calles de Kinshasa de la historia de Kimpa Vita, comúnmente conocida como La Juana de Arco africana.
También hubo una selección de cortos canadienses. Resultó ser una verdadera expedición visual a través de este enorme y complejo país. Se pudo disfrutar de Ellen Page en la ficción The wet season, dirigida por Martha Ferguson. Así como del documental L’énfance déracinée, un tributo a los indios innu. Y una agradable sorpresa fue encontrarse al final del programa con un corto de David Cronenberg, Camera, realizado el año 2000. La retrospectiva temática en esta ocasión recibió el título de Short in Translation: ficciones que abordaban la temática del lenguaje, la comunicación y las migraciones.
En total, en la programación internacional estuvieron presentes 61 países con una selección de 78 cortometrajes. Con obras que iban desde la ficción al documental, pasando por la animación. Aunque en el Mercado del Filme Corto, ¡se pueden llegar a ver nada menos que 8.000 películas!
La cantidad de personas que asisten al festival es cada vez mayor. Y, por ello, es habitual tener que hacer una fila de casi una hora para no perderse alguna de las proyecciones especiales. Existe un debate entre los habitantes de la ciudad, dado el crecimiento exponencial en los últimos años, sobre la capacidad real de este municipio de 140.000 habitantes para poder acoger toda la oferta y ofrecer los servicios adecuados. Porque no solo hay proyecciones, sino también exposiciones, debates, talleres, conciertos con una energía que, pese a las incomodidades, festeja el formato del cortometraje en grande.
En el capítulo de premiados, el máximo galardón del palmarés internacional se lo llevó el rumano Bodgan Muresanu, por Cadoul de Craciun (Regalo de Navidad) que se sitúa en las vísperas de la caída del régimen de Ceausescu con un tono sarcástico tan característico de los autores de este país. En el palmarés Labo, para obras más experimentales, ganó por segundo año consecutivo el taiwanés con producción francesa Pang-Chuang Huang que con Last year when the train passed by sigue explorando las posibilidades de la imagen documental. En este apartado, el colombiano Eugenio Gómez mereció una Mención Especial del Jurado por María de los Esteros que evoca de manera onírica la vida de una mujer en los bosques tropicales llenos de marismas. Y, en el palmarés francés, el Gran Premio fue para Marc James Roels y Emma De Swaef por Ce magnifque gâteau! por su original historia de animación sobre el colonialismo a finales del siglo XIX a partir de cinco personajes diferentes. Mientras que el español Carlos Abascal, afincado en París, se llevó el Premio Especial del Jurado por Jupiter!, una comedia con fondo electoral.
PALMARÉS INTERNACIONAL
Gran Premio: Cadoul de Craciun (Regalo de Navidad) – Bodgan Muresanu (Rumanía)
Premio Especial del Jurado: Leoforos Patision (Avenida Patision) – Thanasis Neofotistos (Grecia)
Mención Especial del Jurado: Desecho – Julio Ramos (Perú, Estados Unidos) / Brotherhood – Meryam Joobeur (Canadá, Túnez, Catar)
Premio del Público: Skin – Guy Nattiv (Estados Unidos)
Premio al Mejor Filme de Animación: Tracing Addai – Esther Niemeier (Alemania)
Premio Estudiante: Binnu ka sapna (Binnu: su vida, su historia) Kanu Behl (India)
Premio Canal Plus: Leoforos Patision (Avenida Patision) – Thanasis Neofotistos (Grecia)
Premio Algorítmico de Efectos Visuales : Twenty one points – Pete Circuitt (Nueva Zelanda)
PALMARÉS LABO
Gran Premio: Last year when the train passed by – Pang-Chuang Huang (Francia, Taiwán)
Premio Especial del Jurado: Swatted – Ismaël Joffroy Chantoudis / (Francia)
Menciones Especiales del Jurado: Fest (Fiesta) – Nikita Diakur (Alemania) / María de los Esteros – Eugenio Gómez Borrero (Colombia)
Premio del Público: The Passage – Kitao Sakurai (Estados Unidos)
Premio Canal Plus: The Passage – Kitao Sakurai (Estados Unidos)
Premio Festivales Conexión – Auvernia-Ródano-Alpes : The sound of falling – Chien Yu Lin (Reino Unido, Colombia, Taiwán)
Premio del Mejor Filme Documental: Last year when the train passed by – Pang-Chuang Huang (Francia, Taiwán)
PALMARÉS NACIONAL (FRANCIA)
Gran Premio: Ce magnifique gâteau ! – Marc James Roels, Emma De Swaef (Bélgica, Francia, Holanda)
Premio Especial del Jurado: Jupiter! – Carlos Abascal Peiró (Francia)
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