
MARCO BARDADA. Era un charla en uno de los grandes auditorios del Palacio de Festivales de Cannes, en principio con el director estadounidense Christopher McQuarrie por la última entrega de Misión Imposible: Sentencia final (estreno en las salas españolas el 23 de mayo). Pero, cómo no, se acabó convirtiendo en un mano a mano con el actor protagonista y productor de la película Tom Cruise cuando este también apareció en escena. Relato de este encuentro en lo más alto revelando los secretos de la saga.
El encuentro con McQuarrie estaba previsto como un repaso de la carrera del productor, director y guionista, especialmente conocido por la saga Misión Imposible. El estadounidense de 56 años, afable aunque tímido, contaba cómo la dirección cinematográfica fue su vocación desde el inicio, de cómo encontró como guionista su manera de entrar en la industria cinematográfica. El autor del sorprendente guion de Sospechosos Habituales (Bryan Singer, 1995) (¿cómo olvidar a Keyser Sozë?) contó que sus grandes referencias habían tenido mucho que ver con el cine negro y se habían colado en la película sin esperarlo.
Pero la verdadera pasión de McQ era dirigir y encontrar esa mezcla de cine de entretenimiento y cine de autor que está reservado sólo para unos pocos. Para él, escribir es como empujar una roca hacia la cima de una montaña, mientras que dirigir consiste precisamente en empujarla cuesta abajo. Cuando hizo su primera película como realizador, Secuestro Infernal (The Way of the Gun, 2000), se encontró de bruces con la realidad del negocio: tuvo que hacer el film que querían que hiciese, no el que a él le interesaba. A partir de ahí, se lamentaba, únicamente le llamaban para hacer películas en la línea de Sospechosos Habituales, pero McQ quería explorar otras narrativas. Así, a punto de dejar la industria y dedicarse a otra cosa, aceptó una reunión con alguien que le cambiaría la vida: Tom Cruise.
El actor llega a escena

Sólo habían pasado quince minutos, cuando la superestrella de Hollywood entró en el escenario de la sala Debussy ante una ovación generalizada. Y cómo no, le robó el show a McQ (que, probablemente, estaba conforme). Lo que siguió fue una interesantísima charla de dos gigantes cuyo tándem inconformista ha mantenido con vida una franquicia (y, en parte, una industria) que atrae con cada entrega a millones de espectadores y genera taquillas astronómicas. Y todo basado en una filosofía: ¿a cuánta gente podemos atraer a las salas?
Y es que el dúo McQ-Cruise funciona porque ambos comparten ese amor por el cine hecho de manera artesanal (aunque implique una cantidad de recursos desorbitados). Pero también porque tienen una visión más amplia de la industria: gracias a taquillazos como Misión Imposible se pueden producir indies de prestigio como Anora (Sean Baker, 2024; Palma de Oro 2024 y Óscars a la mejor película y mejor realizador 2025). Y Cruise asume alegremente su rol, hasta el punto de que no se le caen los anillos en promocionar películas de otros porque, de esta manera, está apoyando al cine en su conjunto, que es lo importante: nadie gana si no ganan todos. No faltó, por supuesto, una defensa cerrada del cine como experiencia colectiva destinada a las salas.
En cuanto a la parte artesanal de colaboraciones como Valkiria (Bryan Singer, 2008), Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022) o la saga M:I, para McQ, la acción sólo es un espectáculo vacío si no hay personajes. Y Cruise, famoso por interpretar él mismo todas sus escenas de acción, es capaz de poner el rostro y el corazón hasta en las situaciones más extremas. Ese es el núcleo de la filosofía y la clave del éxito, tanto cinematográfico como en taquilla, de su cine. Ese savoir faire se explica por un amor al trabajo bien hecho y a poner mimo en todos y cada uno de los detalles. Cruise, incansable, está en set aunque no salga en escena, ejerciendo de doble de pie, aportando ideas o lo que haga falta. Su pasión por el cine mudo queda patente cuando menciona referentes como Buster Keaton o Harold Lloyd, y el dominio de la narrativa visual que estos tenían en el cine de los años diez y viente del siglo pasado.
En un tanque de agua esquivando torpedos
Preguntados especialmente por cómo planifican las escenas de acción, ellos las definen como “un reloj suizo que mantiene la atención del espectador”. La complejidad de esas escenas es evidente en el diseño previo al rodaje. Pero una cosa es el diseño sobre el papel y otra su aplicación a la física real. Para este último capítulo de la saga, se ha construido durante dos años un tanque de agua gigantesco para albergar una escena subacuática en la que el personaje de Ethan Hunt se ve envuelto en un remolino rodeado de torpedos. Tras probar con un muñeco de plástico y ver cómo todos los torpedos se chocaban contra él, se dieron cuenta de que la única forma de ver si podían hacer lo que querían era con una persona real, y el único que podía hacerlo era, efectivamente, Cruise, que tiene actualmente 62 años. También desvelan que la escena de acción más impresionante de la película (y quizá de la saga) surgió después de que el director le enseñase al actor un TikTok: “yo puedo hacer eso”, le respondió Cruise. El resto puede que sea historia.
Y sobre el futuro de la franquicia tras treinta años, Cruise es escueto aunque definitivo: “Ha sido muy divertido”. Ambos se reservaron desvelar cómo acaba Misión Imposible: Sentencia Final, aunque todo apunta en una dirección. Sea como sea, ha sido un gran viaje de la mano de uno de los showmans más grandes que ha dado el cine y de un fiel colaborador que ha sabido agrandar aún más su legado.
* Especial Festival de Cannes 2025
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