VICENÇ BATALLA. En cada representación, el Germinal de los franceses L’Amicale de Production se reinventa en su lenguaje. Sea con una combinación de actores y actrices que se van alternando, sea utilizando una lengua diferente en función del auditorio. Así llegaron a la ciudad barcelonesa de Terrassa, en el Festival TNT, en su primera versión en catalán después de haber creado el espectáculo en una decena de idiomas por todo el mundo. Uno de sus autores, Halory Goerger, actuaba también en septiembre en las dos funciones y nos explicó la génesis y evolución de esta pieza de teatro no identificada empezada en 2012. Y, a partir de aquí, el espigado y escurridizo Goerger nos habló sintéticamente de su trayectoria inicialmente individual, después en la cooperativa de Lille L’Amicale de Production y, actualmente, con su propia compañía Bravo Zoulou. En búsqueda de un lenguaje que parezca nacido en el mismo instante.
Sobre el escenario, los tres actores (Halory Goerger, Arnaud Boulogne y Denis Robert) y la actriz (Beatriz Setién) comienzan por comunicarse únicamente de forma telepática a través de un aparato encontrado en un escenario por el resto completamente vacío. En la pared de fondo, como una pizarra, van apareciendo escritos estos pensamientos en este caso en catalán. Se trataba del estreno, en el Teatre Alegria de Terrassa, de la primera versión en el Estado español de esta pieza de éxito internacional.
Después, esta pizarra empieza a complicarse en un recorrido abreviado de la historia del lenguaje agrupando conceptos y lógicas y usando buenas dosis de humor. Hasta que llega la palabra, gracias al descubrimiento de un micro y otros artilugios en el subsuelo del escenario y se desemboca en el ordenador que permite procesar toda esta información. Las cosas se hacen cada vez más complejas y sobreviene un momento en que, incluso, una voz del más allá ofrece servicios a la carta en que se puede escoger por ejemplo creencias en divinidades. Una posibilidad que nuestros individuos vírgenes aun rechazan.
“A menudo escribo que ‘Germinal’ es un estudio sobre qué pasaría -como una experiencia de pensamiento tal com se dice en física- si el universo solo ocupara ocho metros por diez y contara únicamente con cuatro habitantes y su duración de vida fuera de una hora y quince minutos”. Así nos lo resume sucintamente Goerger en el camerino del Teatro Alegría después de la segunda y última representación. “Es una especie de experiencia darwinista extraña. Porque lo que hacemos es reinventar el lenguaje, reinventar lo que es estar sobre un plató convirtiéndonos en actores y actrices”.
Y el resultado es, desde luego, original y permite preguntarse qué rol puede todavía jugar el teatro para hacer entender un mundo cada vez más atomizado y saturado. “La invención del lenguaje no se hizo de una manera instantánea, sino que duró miles de años. Pero nosotros lo imaginamos en un contexto que nos permita dramatizarlo y hacerlo visible”. Con todas sus contradicciones, paradojas y sinsentido.
L’Amicale de Production con Antoine Defoort
De hecho, Goerger no proviene de estudios de arte dramático. Cursó ciencias de la información. Mientras que el otro creador de la obra, Antoine Defoort, procede de bellas artes. Ambos, se habían dedicado en sus primeros años a hacer una especie de monólogos en solitario o en dúo a modo de discursos sobre la historia cultural y los nuevos paradigmas tecnológicos. Se consideraban performers. De aquí surgió la pieza conjunta &&&&& & &&&, que traducen al francés como ééééé é ééé. O sea, yyyy y yyy. Una muestra de su singularidad, porque la obra se iba repitiendo en bucle mientras los espectadores iban y venían y visitaban otras instalaciones paralelas que formaban parte de ella.
“Esta obra nos permitió actuar a nivel internacional. ‘Germinal’ llegó después, como una pieza de síntesis. Por primera vez, admitíamos que podíamos trabajar con un texto, con actores. Nos denominamos actores, aunque no lo éramos en origen”. Era el año 2008 y, por ello, decidieron montar la cooperativa L’Amicale de Production conjuntamente con Julien Fournet y de la cual Goerger fue director artístico hasta 2016. La cooperativa no funcionaba como una compañía integrada, pero permitía mutualizar la administración, producción y difusión. Y aun lo hace, pese a la marcha de Goerger.
De estos años, salieron dos espectáculos con la participación de este último. Uno de ellos era France distraction, que transformaba el espacio escenográfico en varios módulos como si se tratara de una pequeña o mediana empresa con sus rincones de trabajo, descanso u ocio y que invitaba a los espectadores a pasearse como una especie de parque temático. Un de estos módulos, representaba ‘una piscina’ con 25.000 pelotas de plástico negro que llevaban escritas cada una frases de filosofía estoica griega. Nosotros, por ejemplo, nos ‘bañamos’ dentro en una ocasión en Lyon.
El ejercicio de las traducciones
El otro espectáculo es este ‘Germinal’ que recibió, inmediatamente, los favores del público. Y se empezó a representar no solo en Francia. Desde 2012, ha viajado por toda Europa, Norteamérica, el sudeste asiático y Australia. Y se ha adaptado al alemán, flamenco, neerlandés, portugués, italiano, noruego, japonés, chino, coreano y ahora catalán. Todavía no en castellano.
“Me encanta supervisar las diferentes versiones, porque es un momento de redefinición de lo que constituye la obra, lo que hace su sal”, destaca como ejercicio Goerger. “Se tiene que comprender porque una escena funciona o no ya que nos estamos confrontando a otro sistema, a otra sintaxis. Es una pesadilla para lo·a·s traductore·a·s. Hay en chino, en japonés… Pasamos mucho tiempo en Google Images para saber lo que una palabra puede significar en la lengua del país. Indagamos qué imágenes incitan al inconsciente colectivo en un motor de búsqueda”. A su vez, Antoine Defoort está obligado a modificar en cada ocasión los esquemas animados que se proyectan sobre la pared de fondo.
El catalán, en este sentido, presenta menos problemas por su proximidad gramatical al francés. “Fue, a la vez, un proceso muy lento y muy rápido. Hay mucha anticipación. Enviamos el texto con mucha antelación y lo discutimos así con tiempo. Disponemos de herramientas para ayudar al o la traductor·a para que no se pierda ya que hay muchas trampas. Una buena traducción de ‘Germinal’ tiene que ser una traducción que haga decir a alguien de la profesión de los traductores: ¡Oh, esto es un disparate!”.
No es un disparate porque haya errores, sino porque el lenguaje que se busca es intencionadamente liso. “Lo que resulta de ello no parece que sea de mucha calidad. Es muy oral, está lleno de trampas, de extraños juegos de palabras que no se prestan en absoluto a una traducción. A menudo, dedicamos dos días con diez o doce horas a revisar conjuntamente la traducción y desactivar todas estas trampas. Y el traductor asiste a las representaciones para comprender lo que se ha podido hacer mal”.
De Zola al calendario de la Revolución Francesa
El mismo título de Germinal se presta a muchas interpretaciones. El primero que viene a la cabeza, desde Francia, es la novela de Émile Zola de 1885 en que se narra la historia de una lucha sindical en las minas de Lille en plena efervescencia del socialismo. Pero el interesado prefiere dejar abiertas estas interpretaciones y da otra también relacionada con la historia del país. “Todas son válidas. La que yo prefiero no es la alusión a la novela, sino al mes del calendario revolucionario. En un momento determinado de la Revolución Francesa, se cambió de calendario. Se intentó comenzar todo de cero. Y es un poco el tema de esta obra: ¿por qué no hacemos las cosas de otra manera? En esta pieza, intentamos reinventar toda la civilización en una hora y cuarto. Por esto, a mí me gustaba tanto este mes del calendario revolucionario: Brumario, Fructidor, Ventoso…”.
Si alguien quiere ver una propuesta política situada en la actualidad, el autor tampoco lo desmentirá aunque mantiene una cierta distancia. “Nunca he renunciado a mis deseos, y he hecho el mínimo de renuncias posibles. Este tipo de exigencia supone por sí solo tomar riesgos. El tema político en una obra ya surge de entrada sobre la igualdad salarial entre hombres y mujeres en nuestra estructura. Es en este aspecto que se producen las afirmaciones”.
El itinerario de Goerger, en todo caso, no es fácil de clasificar. Y sus proyectos pasan más bien por encuentros, cambios de ritmo y reencuentros con antiguos colaboradores. Mientras Germinal se convertía en una pieza reclamada en un montón de países, y lo sigue siendo, él ya puso en marcha una nueva obra por su cuenta Corps diplomatique (Cuerpo diplomático), en la que se envía él y otros acompañantes en una nave al espacio para experimentar el hecho de la creación artística sin límite de tiempo. Y se lleva ‘en órbita’ a un periodista local. Para constatar, no obstante, la degradación de las utopías en las comunidades modernas.
La musicalidad del lenguaje
Por otra parte, un elemento común en esta pieza y en todas las otras es la música. Interpretada y cantada en directo. En la performance Il est trop tôt pour un titre (Es demasiado pronto para un título), en el Festival de Aviñón de 2016, se cruzaba con el actor de circo Martin Palisse y Cosmic Néman (batería de Zombie Zombie y ex de Herman Düne). Y para los que también ha trabajado en la escenografía y la dramaturgia del espectáculo Futuro antico.
Su proyecto actual es Four for, estrenado en marzo pasado en el Phénix de Valenciennes en torno a la pieza Palais de Mari escrita en 1986 por el compositor contemporáneo Morton Feldman (1926-1987). “Es música escenificada, pero no es teatro musicado. No es un concierto y tampoco una obra de teatro clásica. Es una zambullida dentro del cerebro de un compositor norteamericano el día de su muerte. Y este compositor es Morton Feldman, a quien se le relaciona habitualmente con una música muy cerebral y seria. Y que, a mí, siempre me ha llegado”. La pianista Barbara Deng interpreta este tema de música estática de 26 minutos y partituras de John Cage y Éliane Radigue, y junto a la cuales Goerger ha escrito un texto igual de sensorial en que participan Antoine Cegarra y Juliette Chagineau.
Ahora bien, este amateur de música combina estos sonidos de referencia con composiciones suyas más ligeras como si estuviéramos en un musical hablado en los años sesenta de Jacques Demy. “¡Demy se revolvería en su tumba si escuchara esto! Fue Antoine (Defoort) y yo quienes escribimos las dos canciones de ‘Germinal’ a cuatro manos. La primera canción al piano, y que después adaptamos a la guitarra. La segunda, un acorde detrás de otro en un sofá cinco minutos antes de subir al escenario. Desde entonces, evidentemente la hemos pulido”.
El recurso musical se amplia a los mismos ensayos. Por ejemplo, para la adaptación con la actriz vasca Beatriz Setién. “Siempre he dirigido a los actores y las actrices cantando. En este caso, Beatriz que no es francesa a veces hace unas entonaciones contrarias a la intención de la pieza. Y, para rectificarlo, yo le canto: badabadabada…”.
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