VICENÇ BATALLA. El Visa pour la Image de Perpiñán 2024 contó con dos exposiciones sobre el cataclismo israelí-palestino. Una de ellas era La tragedia de Gaza, del palestino Loay Ayyoub desde dentro para el The Washington Post; la otra, Cisjordania, título sobrio por parte del ruso Sergey Ponomarev para el The New York Times. Y esto no gustó al alcalde ultraderechista, Louis Aliot, que se negó a entregar personalmente el Premio Rémi Ochlik de la ciudad a Ayyoub al considerar que justificaba en sus redes sociales la organización islamista Hamás, que desencadenó la masacre del 7 de octubre pasado contra civiles israelíes cerca de la Franja de Gaza, y que el festival no mostraba bastante esta matanza. La realidad también es que el ataque de Hamás causó 1.200 muertos, unos 850 de ellos civiles, a parte de hacer unos 250 rehenes. Mientras que, a fecha del 26 de septiembre, el ejército israelí ya ha matado sobre todo con bombardeos más de 41.000 persones, según los servicios de Sanidad de la Franja, y ha causado una catástrofe humanitaria. Este es un ejemplo del desequilibrio que acostumbra a tener históricamente el tratamiento informativo entre las dos partes. Y ninguna de estas muertes está justificada.
El director del Visa, Jean-François Leroy, que asegura que desde la llegada de Aliot al ayuntamiento en 2020 ha conservado la completa independencia editorial del certamen, respondió recordando que aquella semana profesional (2-7 de septiembre), en una de las proyecciones nocturnas en el Campo Santo, habría una secuencia de un cuarto de hora específica, con imágenes cronológicas desde el 7 de octubre. Y así fue el jueves. Aunque también manifestó que nunca antes se había encontrado con el tratamiento de un conflicto “en que el diálogo fuera imposible”. Un símbolo de hasta qué punto, en Francia, esta guerra inacabable tiene una correspondencia en los discursos políticos internos. Que no parece que se tengan que apaciguar, como tampoco la escalada mortífera en Oriente Próximo, que tiene en el gobierno de extrema derecha de Benjamín Netanyahu el otro polo al islamismo radical.
El premio a Ayyoub, que que no pudo venir a Perpiñán porque no se quería arriesgar a perder un permiso de trabajo en Egipto mientras su familia continúa en Gaza, lo entregó el mismo Leroy y lo recogió un representante del Washington Post. Por su parte, cuando hablamos con Sergey Ponomarev -que a su vez está exiliado de Rusia desde la guerra de Ucrania a principios de 2022- el ciberataque contra la milicia Hizbolá chií y los bombardeos del gabinete Netanyahu en el Líbano todavía no habían adquirido la devastación actual. Pero en las palabras de este fotoperiodista, ya bregado en otras guerras como la de Siria (exposición La Siria de Asad, en el Visa 2015) se resume no solo la extensión del conflicto a la Cisjordania ocupada sino al resto de la región. Y el empeoramiento de la situación geoestratégica mundial.
Ayer vi fotos tuyas en la proyección nocturna, y no sé si eran del mismo 7 de octubre. ¿Estuviste allí ese día o unos días después?
«Llegué el 9 de octubre».
¿Y trataste de entrar en Gaza o fue imposible?
«No, no fue posible. Ya había trabajado en este conflicto cuando cubrí la guerra de 2014 desde Gaza. Me quedé allí tres semanas durante los bombardeos israelíes. Así que conozco los procedimientos para entrar y salir de Gaza. Esta vez no fue posible porque la mayoría de los pasos fronterizos estaban destruidos. Por ello, solo podíamos operar desde dentro de Israel».
¿Intentaste entrar de todos modos?
«No, no hacemos nada ilegal».
Y ahora solo hay fotógrafos palestinos, aunque algunos no fueran profesionales al principio porque es la única manera de saber lo que pasa en el interior. ¿Empezaste a trabajar dos días más tarde porque estabas en Cisjordania en ese momento?
«No, estaba en Estambul. Tenía cosas personales que hacer allí. Cuando ocurrió, estaba allí y tuve que encontrar un vuelo y muchos vuelos se cancelaron. Así que podría haber llegado el día 7, pero no pude coger el avión hasta el 9».
¿Qué viste el 9 de octubre?
«El miedo y la desolación reinaban en el país. Todo estaba cerrado, ningún comercio estaba abierto. Era difícil encontrar un hotel o un coche. Así que tuve que buscar una base desde la que operar, tenía que encontrar un medio de transporte. Y, a partir de ahí, el 10 de octubre fui al kibutz de Kfar Aza (a 3 km de la frontera, en el noreste; 70 muertos)».
¿Cómo era la situación en el kibutz en aquel momento?
«El ejército estaba allí. Estaba revisando las casas y recuperando los cadáveres. Había cuerpos de combatientes de Hamás. Había cadáveres de civiles, cicatrices de la guerra, como siempre, con edificios destruidos, edificios quemados, y una sensación total de inseguridad y miedo. En los días siguientes, visité el lugar del festival de Nova (Re’im; a 5 km de la frontera; 364 muertos) y recorrí todos los kibutz instalados a lo largo de la frontera con Gaza. Me sorprendió comprobar que estaban tan cerca de la frontera».
¿Estaban en cólera contra Hamás, pero también contra Netanyahu por no haberles proporcionado la seguridad?
«No creo que en ese momento esta fuera la cuestión. Y como estaba concentrado en informar desde el kibutz, no recuerdo realmente discusiones sobre los sentimientos hacia Netanyahu».
La realidad desde Cisjordania
En cualquier caso, tu exposición en Visa empieza en diciembre…
«Trabajé en la situación en torno a Gaza durante dos meses, y luego empecé a trabajar en Cisjordania. En aquel momento, era solo una historia entre muchas otras. Pero me di cuenta de que esta región, Palestina, está dividida en dos partes: la Franja de Gaza y Cisjordania. Desde el 7 de octubre, la gente ha empezado a vivir en dos realidades distintas, en mundos paralelos. Mientras los habitantes de Cisjordania seguían teniendo sus casas, hogares seguros, alimentos, agua corriente y electricidad, los habitantes de Gaza estaban sometidos a bombardeos constantes y vivían una guerra a gran escala… Los habitantes de Cisjordania podían ver lo que ocurría con sus compatriotas y seres queridos en Gaza gracias a las redes sociales y a las emisiones de televisión en directo. Pero vivían una realidad diferente».
¿Y ahora?
«Todavía hoy. Pero esta guerra ha dado lugar a la aplicación por parte de los israelíes de lo que los palestinos llaman un castigo colectivo. Las restricciones económicas, la retirada de los permisos de trabajo, las restricciones religiosas, las restricciones logísticas, los puestos de control, la violencia desenfrenada de los colonos, todo esto también se debe a la guerra».
Y ya no pueden ir a trabajar a Israel…
«Israel ha retirado casi 100.000 permisos de trabajo a los palestinos».
Y no tienen dinero para vivir…
«Sí. Además, los bancos palestinos son filiales de bancos israelíes, y Cisjordania utiliza el séquel como moneda principal. El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, que también es miembro del gabinete de guerra, es uno de los ministros de derechas de Israel que favorece a los colonos. Y, por supuesto, sus decisiones están influidas por su agenda política».
¿Habías estado antes en los campos de refugiados?
«No, solo había visitado Cisjordania dos veces, y fueron principalmente visitas de observación. Pude visitar Belén y Ramala, pero no había estado en los campos. Solo empecé a ir cuando comencé a trabajar en este proyecto».
Los ataques de los colonos y Tsahal
¿Cuál es la situación actual de los palestinos de Gaza que trabajaban en Israel desde Cisjordania?
«Hay un número importante de gazatíes que tenían permiso de trabajo en Israel. Desde la guerra del 7 de octubre, no han podido regresar a Gaza ni permanecer en Israel. Solo han podido encontrar refugio en Cisjordania, en varias ciudades. He conocido a algunos de ellos. No son solo trabajadores; también hay pacientes que acuden a los hospitales de Cisjordania porque están mejor equipados y cuentan con más personal que los de Gaza. Así que hay pacientes con cáncer que se tratan con quimioterapia, o que tienen otras muchas enfermedades. La mayoría son ancianos. Hay mujeres que vienen a Cisjordania para dar a luz. Ahora, se encuentran desamparadas mientras sus familias están en Gaza. El gobierno israelí persigue a estas personas porque están en la lista de Gaza. Considera que cualquier persona de Gaza es aliada de Hamás y culpable por asociación. Así, que intentan esconderse y son muy discretos… Conseguí encontrarlos. Están en muy malas condiciones y no se atreven a hablar con los medios de comunicación, porque cualquier revelación de su presencia es siempre un motivo potencial para un raid».
¿Has cubierto los ataques de los colonos?
«No, llegué justo después. Pero sé que hay comunidades en Israel, comunidades antibelicistas que intentan mediar y proteger a los palestinos de los ataques de los colonos. Una de las imágenes muestra a una mujer enseñando en clase a niños palestinos. Forma parte de esta gran comunidad que permanece con los palestinos en sus aldeas e intenta intervenir cuando los colonos vienen a atacarles… Su táctica es llamar a la policía. Porque es más probable que la policía acuda al lugar si la llamada procede de un ciudadano israelí que de un ciudadano palestino».
Pero la situación no deja de empeorar. El pasado fin de semana (31 de agosto-1 de septiembre) fue el más dramático por los nuevos ataques de los colonos y el ejército del Tsahal. ¿Cuándo te marchaste de Cisjordania? Las últimas fotos de la exposición son de mayo…
«Esta es una selección que tuve que enviar antes del festival. La fecha límite era más o menos por esas fechas. Pero, desde entonces, también he estado trabajando en ataques de colonos y otros temas relacionados con Cisjordania. Así que no podíamos poner las últimas fotos. Hay que seguir un cierto proceso. Pero sigo trabajando en lo que ocurre allí. Y volveré el 9 de septiembre. Llegué de Israel el 3 de septiembre. Así, que se trata de una breve pausa en mi reportaje. Por desgracia, la historia sigue cambiando mientras hablamos. No estoy documentando estos raids, pero ocurren todo el tiempo. Estos han saltado a los titulares y todo el mundo los conoce. Pero yo diría que cada raid es casi igual al siguiente. Son bastante frecuentes».
¿Da la impresión de que intentan sacar ventaja en Cisjordania de lo que ha ocurrido en Gaza?
«Sí. Parece que la violencia en Cisjordania se ha agudizado tras la guerra del 7 de octubre, y la violencia de los colonos se ha desatado especialmente desde entonces. Creo que la idea era principalmente hacer frente a la guerra en Gaza. Una vez que en parte se han replegado, se extienden hacia el frente del norte (la frontera libanesa) y endurecen sus raids en Cisjordania».
Fotoperiodistas palestinos en La Franja
¿Cómo se mantienen en contacto los gazatíes en Cisjordania con sus familias?
«Siempre hay red de cobertura, aunque sea con altibajos. Los periodistas y las familias pueden contactar con sus seres queridos. No sé exactamente cómo lo hacen, si por Internet o por SMS, pero las redes móviles funcionan y se mantienen en contacto».
¿Tienes algún contacto con fotógrafos palestinos en Gaza?
«Sí, los tengo».
¿Conocías a Loay Ayyoub? Porque Loay es un ejemplo de fotógrafo de Gaza que antes no cubría la guerra…
«Es bastante joven. La última vez que estuve en Gaza fue hace diez años. Hace diez años él era solo un niño».
¿Conoces a algún fotógrafo de Gaza que haya muerto?
«Creo que sí. Muchos de los fotógrafos que conocía trabajaban en medios de comunicación. Desde el comienzo de la guerra, muchos de estos medios han intentado evacuar a sus fotógrafos».
¿Es la situación de los fotógrafos aún peor que durante la guerra de Siria, donde también estuviste? ¿Es más cerrada?
«Sí, es absolutamente cerrada. Y no estoy seguro de que ni Israel ni Hamás quieran a los medios internacionales allí».
¿Hablaste con miembros de Hamás en 2014?
«No».
¿Intentaste hablar con ellos o fue imposible?
«No, no era posible y no era necesario porque en ese momento podíamos movernos con más libertad. Así que fuimos a Gaza y empezamos a informar sin la aprobación de Hamás».
¿Crees que, con todas las colonias que se están construyendo en Cisjordania, será posible algún día un Estado palestino?
«No estoy seguro, porque las colonias no son la única razón por la que la solución de los dos Estados esté fracasando. Ha habido muchos intentos, incluso antes de los acuerdos de Oslo (1993-95), de crear algo estable. Por ello, esta región siempre estará en llamas y creo que siempre será objeto de conflicto entre las dos naciones».
No hay esperanza…
«Sinceramente, la historia nos da ejemplos. Francia, Gran Bretaña y Alemania vivieron guerras que duraron cien años, pero gracias a la integración política, han conseguido salir de ellas pacíficamente desde entonces. Así que, ahí, tenemos un ejemplo de mitigación de conflictos… ¿Pero podría funcionar en Israel? En Israel y Cisjordania, no lo creo».
Israel, Siria, Rusia y los populismos
La situación en Siria sigue sin estabilizarse. ¿Has regresado allí?
«Solicité visados, pero nunca los he conseguido».
¿Cuándo estuviste allí por última vez?
«La última vez fue en 2017».
¿Y tampoco puedes volver a Rusia?
«No, no puedo».
¿Cuándo fue la última vez?
«Fue el uno de marzo de 2022. Sí, una semana después de la guerra».
¿Crees que es posible acabar con la guerra de Ucrania?
«Es posible… después de Putin».
¿Pero Putin sigue ahí?
«Si está ahí, no es posible».
Por el momento, nada indica que vaya a desaparecer…
«Lo mismo que Netanyahu».
Eso quiere decir que gente como Putin y Netanyahu están ganando. No sabemos qué va a pasar en Estados Unidos con las elecciones de noviembre, pero no es un buen momento para trabajar como fotoperiodista…
«Si miramos la situación desde un ángulo político, hay un libro de Francis Fukuyama, El liberalismo y sus desencantos (Deusto, 2022). En él, describe cómo los autócratas ascienden al poder desde las instituciones democráticas. Luego, desmantelan estas instituciones democráticas y se mantienen en el poder….. Y sí, esto está ocurriendo en casi todo el mundo. Quizá sea la crisis del liberalismo, una especie de efecto sinusoide, una oscilación pendular. Hay subidas y bajadas. Tampoco la crisis es constante, porque en algún momento las sociedades se hartarán de populistas y autócratas. No sabemos qué instrumentos pueden utilizar las sociedades para cambiar el poder. Pero los autócratas también se observan y se estudian. Si no, Netanyahu no iría tan lejos y no ignoraría las manifestaciones. Todas las semanas hay manifestaciones masivas. Cada semana, entre 100.000 y 300.000 personas salen a la calle para protestar contra su gobierno. Y él no presta atención. Porque ha visto a Putin. ¿Por qué Putin comenzó la guerra? Porque vio a Erdogan. ¿Por qué la empezó Erdogan? Porque vio a Bashar al-Asad…».
VISA DE ORO NEWS 2024
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