Barcelona capital del jazz

RAFAEL VALLBONA | La norteamericana Madeleine Peyroux en el Palau de la Música el pasado 3 de noviembre
RAFAEL VALLBONA | La norteamericana Madeleine Peyroux en el Palau de la Música el pasado 3 de noviembre

RAFAEL VALLBONA. Fundado por Joan Rosselló, el Festival Internacional de Jazz de Barcelona (26 de octubre-21 de diciembre) llega a las 50 ediciones habiendo pasado por muchas manos (el Hot Club con Alfred Papo al frente, el parque de atracciones de Montjuïc -sic-, el Ayuntamiento y el Palau de la Música Catalana) antes de ser recogido por un joven debutante en la producción de conciertos, Tito Ramoneda.

Capital europea del espectáculo durante la Gran Guerra, y puerto seguro para artistas de variedades, músicos, traficantes, espías, aristócratas fugitivos y todo tipo de aventureros, los primeros sonidos jazzísticos llegaron a Barcelona en otoño de 1919, en los salones del Ritz. El mes de febrero de 1920 fue el del descubrimiento oficial del género, cuando Ferran Bayés programó en el rutilante music-hall Principal Palace un baile de Carnaval amenizado por una auténtica jazz-band de músicos negros. Y la Exposición del 29 supuso la explosión popular del género en los escenarios locales. La cosmopolita Barcelona se había enamorado del jazz.

Por eso sorprende que en 1992, el segundo gran momento de gloria mundana de la ciudad, el Ayuntamiento quisiera acabar con el festival disolviéndolo en el Festival de Tardor de la Olimpiada Cultural, de vida efímera. “Fui a ver a Ferran Mascarell (coordinador de cultura), y le dije que, si no lo quería, que nos lo cediera, dice Tito Ramoneda. Desde 1988 nos encargábamos de la programación, y no queríamos que desapareciera. Me dijeron que me lo podía quedar, pero que no le pidiera ni un duro”. Era el año 1989.

Hoy, con 50 ediciones, el Festival Internacional de Jazz de Barcelona es la cita musical más longeva de la ciudad. Y con un apoyo municipal similar al de hace veinte años.

De arte inferior a Take Five

El año 1936, poco después de un concierto en el Palau con el célebre Quinteto del Hot Club de Francia de Django Reinhardt, Frederic Lliurat escribió en la Revista Musical Catalana: “El jazz es un arte infantil y primitivo (…), bien digno de los hombres sencillos que lo practican. Unos hombres que se movían en el escenario como si fueran víctimas de un ataque epiléptico o como si quisieran imitar la mímica inocente de los simios. En resumen, un arte inferior no propio de una sala de conciertos donde sentimos canciones nuestras y donde escuchamos música de Bach, Mozart, Beethoven…”. El debut del jazz en el Palau de la Música fue sonado.

Hasta 1963, con Chet Baker, no volvió. En 1964 reincidió con el Modern Jazz Quartet y, el 25 de enero de 1966, Ella Fitzgerald y la orquesta de Duke Ellington, a través de la obra de Domènech i Muntaner, fundieron para siempre el jazz con el alma de la ciudad. Visionarios y provocadores, en su Manifest groc de 1928, Salvador Dalí, Sebastià Gasch y Lluís Montanyà, contraponían “la sensiblería enfermiza servida por el Orfeó Català” con “la música popular de hoy: el jazz y la danza actual”.

Aquel año hubo unos cuantos conciertos más. La afición por el jazz parecía ya imparable. Ello empujo a Rosselló (fundador del club de jazz Jamborée) a poner en marcha aquel otoño el festival. Dave Brubeck, con su cuarteto original Take Five, fue el encargado de inaugurarlo: Xavier Montsalvatge, Frederic Mompou, Josep Llimona o Pasqual Maragall fueron algunos de los primeros espectadores.

También tocaron una promesa de la música catalana, Tete Montoliu, Bud Freeman, Illionis Jacquet, Roy Elridge, Stan Getz y Astrud Gilberto, un desconocido Gary Burton y un Sonny Rollins que fue polémico por un solo de treinta minutos. Los puristas le dijeron de todo, pero el festival ya no tenía freno. Como la carrera musical del coloso del saxo, a quien todavía pudimos escucharlo en el festival de 2012, con 82 años.

Polémicas, clásicos versus contemporáneos

RAFAEL VALLBONA | El guitarrista Pat Metheny protagonizó una preinauguración del Festival de Jazz de Barcelona este verano en el Grec
RAFAEL VALLBONA | El guitarrista Pat Metheny protagonizó una preinauguración del Festival de Jazz de Barcelona este verano en el Grec

Por el festival han pasado prácticamente todos los grandes nombres del jazz, del clásico al más vanguardista. Ha habido polémicas y trifulcas de todo tipo entre partidarios de uno u otro estilo. En 1989, Albert Mallafré escribía en La vanguardia: “Habría que estudiar que tiene el jazz aquí que excita la controversia tan fácilmente (…). Basta el simple anuncio del programa de conciertos para que tenga que ser puntualmente reventado por cualquier comentario que se presuma solvente”. No le faltaba razón al popular crítico cuando decía que todos los diversos organizadores que había tenido el festival habían sido “vituperados”.

Pero The Project, que había sido fundado el año 1988 por Rosselló, obstinado con la continuidad del jazz en la ciudad y Ramoneda, un joven aficionado que había estudiado música en el Aula de Música Moderna i Jazz y el Taller de Músics, ha conseguido consolidar el festival y proyectarlo hacia el futuro. Eso sí, de las críticas y los vituperios no se han librado. Una de las más sonadas fue cuando actuó (1998 y 1999) Ana Belén en sendos espectáculos con Chano Domínguez y Lluís Vidal. Por el contrario, nadie se quejó cuando, el año 1992, los hermanos Randy y Michael Brecker, en lugar de bises, repitieron íntegramente el concierto para garantizarse disponer de mejores escenas para el vídeo The Return of the Brecker Brothers. Live at the Palau de la Música, que estaban grabando aquella noche. Mira, cosas.

El resto de la lista es enorme y diversa: de Miles Davis (¡qué gran concierto aquel de 1989 en el antiguo Palau d’Esports!) y Keith Jarrett a Nina Simone y Ornette Coleman, o de Ray Charles y Wayne Shorter (genio descubierto en el festival de 1967 per la huida de Miles Davis) a Pat Metheny (enorme este verano en el Grec como previa del 50º festival), Paolo Conte, Maria Schenider o Michel Camilo y Tomatito, cualquier artista que os podáis imaginar y del estilo que sea ha pasado por el festival.

Pero quizás lo más destacable del programa, y de lo que no se habla mucho, es la apuesta que se hace a menudo por nuevos nombres que, con el tiempo, se convierten en estrellas del firmamento jazzístico mundial: ¿Quién recuerda que Brad Mehdlau y Diana Krall debutaron en el pequeño escenario del Luz de Gas? ¿O que actuó Bebo Valdés cuando, en Europa, casi nadie sabía quién era? O sea que, ojo con Cameron Graves, pianista que abrió oficiosamente el festival de este año en el mes de abril. Se oirá hablar en próximas ediciones. Estáis avisados.

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