Tribade: reguetón, feminismo y anticapitalismo

VICENÇ BATALLA | Sombra Alor, Masiva Lulla y Bittah, las raperas de Tribade, más Dj Big Mark en el Transmusicales de Rennes
VICENÇ BATALLA | Sombra Alor, Masiva Lulla y Bittah, las raperas de Tribade, más Dj Big Mark en el Transmusicales de Rennes

VICENÇ BATALLA. La globalización del reguetón y el nuevo feminismo no tienen por qué ser incompatibles. Más aun si tenemos en cuenta que el reguetón es un género que, hasta hace poco, era menospreciado por la crítica pese a bailarse en todas las calles latinoamericanas. Lo que quiere decir que lo bailan y lo cantan las clases populares. Y algunas artistas ya se han encargado de hacérselo suyo para empoderarse de la música y el cuerpo. La ecuación se complementa con una crítica abierta al capitalismo que explota a las mujeres más pobres y que tiene en las raperas barcelonesas Tribade un referente desde hace un par de años que traspasa fronteras y moviliza públicos muy diferentes. Su exitosa actuación en el Transmusicales de Rennes, en diciembre pasado, fue prueba de ello.

En el momento en que acaban de anunciar la marcha del grupo de Sombra Alor a partir de este 2020, la misma Sombra Alor, Masiva Lulla y Bittah se disponen a actuar no obstante el 17 de enero en el festival Eurosonic de los Países Bajos donde han sido nominadas como mejor grupo urbano. En la conversación de madrugada en Rennes también con Dj Big Mark, no hablamos de esta separación pero sí de su gira mundial, los diferentes estilos musicales que convergen en un discurso queer, Bad Gyal, Rosalía, la actitud sobre el escenario y su compromiso en las calles de Barcelona en una larga tradición libertaria. Es lo que se escucha en Las desheredadas (Propaganda Pel Fet!, 2019).

El concierto a la una de la madrugada en uno de los pabellones del Parc Expo de Rennes sorprendió a los mismos críticos de música que se desplazaban desde la Península. La emergencia de un buen puñado de grupos de mujeres, coincidiendo con la eclosión de los ritmos urbanos bajo el paraguas del trap desde Barcelona y todos los países hispanos, ha provocado una deflagración que todavía se sigue propagando y genera nuevas sacudidas. En lo más alto, una Rosalía que ha entrado en el mercado anglosajón y, sin solución de continuidad, una Bad Gyal que se ha rodeado de productores jamaicanos para practicar su particular perreo. Pero el Estado español, copado en su cúpula de jueces rancios, también es sinónimo de un feminismo combativo que pone en duda el heteropatriarcado. Y así el público bretón, con presencia de chicas y chicos de estas nuevas generaciones y un público más adulto dispuesto a dejarse contagiar aunque no entendiera las letras, lo celebró como una gran fiesta como ya ha ocurrido en otras ciudades francesas, alemanas, portuguesas, mexicanas o norteamericanas.

“Visca, visca, visca la lluita feminista!”, les cantaron en catalán al final de la actuación después de haberlos invitado un rato antes a gritar contra el capitalismo. “Nos ha sorprendido porque la gente estaba entregadísima, nos han dado mucho calor, mucho amor”, celebraba al principio de esta entrevista Masiva Lulla, alias de la punkie Diana Lulla, nacida en Madrid, crecida en Ciudad Real y formada como educadora en Sevilla antes de recalar en Barcelona. De hecho, en la entrevista pasábamos indiferentemente del catalán al castellano, y del castellano y del catalán, y las propias entrevistadas mezclaban las dos lenguas en una misma frase. Al más puro estilo charnego que caracteriza las calles catalanas.

De las casas okupas a lo festivales masivos

VICENÇ BATALLA | Los primeros momentos del concierto de Tribade en Rennes, con los hábitos de monje antes de la sacudida
VICENÇ BATALLA | Los primeros momentos del concierto de Tribade en Rennes, con los hábitos de monje antes de la sacudida

“En México, todo el mundo nos conocía”, sigue Massiva Lulla. “La sala se petó cantando nuestras letras. No de la canción más top, ¡sino del disco entero!”. “En Belfort, empezamos a ver peña vestida con cosas étnicas, o la Tuna de Málaga, y nos preguntamos: ¿por qué nos traen aquí?”, recuerda por su parte del mes de abril Bittah, alias de Alba Martínez y vecina del barrio barcelonés de Vallcarca. Estaban en el Festival Internacional de Músicas Universitarias, en una ciudad francesa cerca de Suiza, donde actuaron ante diez mil personas. “¡No reaccionamos hasta la mitad del concierto! ¡Cuánta peña! Y es que, en el pueblo, no había gente. No había jóvenes. No había música. No había nada”, todavía se sorprende de la transformación nocturna Sombra Alor, el pseudónimo de Elisabet Alonso también barcelonesa y con camiseta de las míticas Vulpes, de cuando subieron al escenario.

“Al principio, nuestros conciertos pueden parecer un poco agresivos, por nuestra actitud”, remacha Masiva Lulla. “O simplemente por salir con pasamontañas y cadenas”. En Rennes, iban tapadas pero solo con unos hábitos de monje con capucha. Hasta que se los sacaban para exhibir un conjunto de color naranja que les confecciona la diseñadora Arteporvo. El hecho de pasar de las casas okupas a estos festivales masivos plantea el interrogante sobre cómo puede resentirse su mensaje explícitamente político.

Interviene, por esta cuestión, Bittah que es la más joven pero también la que asume el discurso con más referentes intelectuales. “si tienes unes creencias firmes en tus ideas, este miedo de perderlas con un público más masivo no existe. Yo quiero caminar por mi barrio y que la gente que me pare, me respete. Que me diga: ¡qué guay lo que estáis consiguiendo con la música!’. Me da igual tener un coche y más pepinos, si mi peña no me respeta”. Y añade que “trabajar de la música es un privilegio. Si en un determinado momento hay que volver a currar en el McDonald’s y tal com funciona el mercado laboral, tampoco se me van a caer los anillos. Aunque me reviente”. Lo remata Masiva Lulla: “si tener este tipo de mensaje y tener nuestros valores y nuestros principios significa llegar a menos gente y facturar menos, pues es lo que hay. Nos da igual. Nunca vamos a dejar de decir lo que pensamos y lo que sentimos”.

Sobre Bad Gyal y Rosalía

En este sentido, ¿qué les acerca y qué les distancia de una figura com Bad Gyal, que desde Vilassar de Mar y con solo 22 años inflama la audiencia? La respuesta mas amplia corresponde a Sombra Alor, que sobre la escena también es la que se mueve con más desinhibición y no duda en practicar el twerking. “Cuando nosotras movemos nuestro cuerpo o reivindicamos nuestro espacio y nuestro discurso, lo hacemos mucho más allá de nuestro cuerpo. Está muy bien que la mujer se empodere del cuerpo, pero aun no se ha conquistado la genialidad, la historia y muchos otros aspectos. Si se ha conquistado el cuerpo, es porque le interesa al hombre. Los poderes que hacen inferior al poder masculino, no están tan valorados. Esto no significa que estemos en contra de la exhibición del cuerpo, ni tan solo de la prostitución. De exhibir o de vender la sexualidad, porque se ha hecho siempre. Pero se tienen que visibilizar los otros aspectos”.

Bittah hace una comparación: “al fin y al cabo, Bad Gyal es una compañera. La música te puede gustar más o menos. Si fuera un machirulo de turno, quizás sí. Si fuera el Santaflow que está haciendo temas alabando a Vox, ahí, vamos, ¡quemamos el backstage!”.

¿Y Rosalía? También contesta Bittah: “pese a las críticas que se puedan hacer a que una paya se acerque al flamenco, hay que reconocer que ha hecho una tarea popularizándolo y abriéndolo. El flamenco es como la pena, que se entiende en todos lados porque es universal. Y es como el reguetón, todo el mundo que escuche un tema se pone a bailar. Por mucho que digas que no. La Rosalía ha pillado este estilo, que le puede molar a todo el mundo y es como muy amable”. No en vano, a su paso en marzo pasado por el SXSW, de Austin, no desaprovecharon la oportunidad para asistir al concierto del colombiano J Balvin.

Las letras de ayer y hoy

VÍCTOR MARTÍ | DJ Big Mark, Masiva Lulla, Bittah y Sombra Alor, en un instante de reposo
VÍCTOR MARTÍ | DJ Big Mark, Masiva Lulla, Bittah y Sombra Alor, en un instante de reposo

Poner de acuerdo el flamenco con el reguetón no era un trabajo fácil, a pesar que los puristas todavía están renegando. Y las críticas también provienen de sectores feministas, que ponen de relieve las letras sexistas por parte de los cantantes. Opina por primera vez Dj Big Mark (Marc Galán), que hasta ahora se ha mantenido discreto en la conversación: “el reguetón no te hace una metáfora sino que te dice, directamente, ¡te voy a castigal! (en castellano boruca de Puerto Rico). Pero, si escuchas una letra de Extremoduro, es muy heavy. Y no deja de ser un letrón. Y, si escuchas una letra de rap clásico de los yanquis, alucinarías”.

Por su parte, Bittah no ha parado desde la adolescencia de hacer talleres de rap y está familiarizada con la cuestión. “Siempre les hago el ejercicio de ponerles la letra de una canción y les pregunto: ¿qué estilo diríais que es esto? ¿Rap, reguetón o trap? Y todos comienzan a decir que creen, por la estructura, que puede ser ‘trap’. Les pongo la canción y es ‘Hey, Joe’, de Jimmy Hendrix. Y se quedan flipando, porque está hablando de que va a matar a una tía. Es el racismo interiorizado según el cual la música que viene del barrio, que viene de los latinos, la que viene de los negros de allí del Bronx no es tan civilizada como la nuestra”.

“De hecho yo las veces que he pinchado en casas okupas lo que más me han pedido es reguetón, ¡y cuanto más antiguo, mejor!”, explica como muestra Big Mark de la diferencia de discursos entre lo que se dice desde más arriba y lo que realmente le apetece a la gente.

Feminismos

ARCHIVO | La portada del álbum <em>Las desheredadas</em>, de Tribade, publicado por Propaganda pel Fet!
ARCHIVO | La portada del álbum Las desheredadas, de Tribade, publicado por Propaganda pel Fet!

Tribade se dio a conocer a finales del 2017 con el tema Gaupasa, una declaración de principios sobre la fiesta, la actitud queer y un desafío a la familia. Después llegó Mujeres, mano a mano entre Bittah y Sombra Alor y que de hecho es anterior en el tiempo a Gaupasa. Aunque el núcleo fundador de la banda sean Bittah y Masiva Lulla. Ambas, activistas en los movimientos antisistema barceloneses y declaradamente lesbianas (Tribade toma el nombre de una práctica sexual griega). Porque no entienden una cosa sin la otra. “No concebimos un feminismo sin anticapitalismo, Creemos que no es posible”, afirma Massiva Lulla.

“Hay que revisar también el concepto de igualdad”, contextualiza Bittah. “¿Igualdad de las mujeres con quién? Con los hombres blancos, ¿no? ¿Y las que son negras, y las que son trans, y las que tienen diversidad funcional, y las que están locas en el sentido de la apropiación de la palabra? ¿Igualdad con qué? ¿Y las pobres? ¿Y las de clase trabajadora? Es algo en lo que se cruzan muchas opresiones y todas vienen del capitalismo”.

Sombra Alor pone un ejemplo: “si hay una mujer en Bangladesh que está trabajando por un 0,01%, ¿vale menos esa vida que la de una francesa? ¿Por qué? Para mí, la que solo ve a la mujer francesa esa no es feminista”. Un rato más tarde, la misma Sombra Alor hace una comparación entre géneros: “el hombre ha impuesto una dinámicas sobre un Dios. Y la mujer ha trabajado siempre desde la tierra, desde el parir, desde el sentir”.

Un comentario que da pie para que Bittah recuerde que, en todo caso, Tribade no ha inaugurado este tipo de discurso transfeminista. “No, no, previamente han habido unas feministas con una desbrozadora enfrente de la jungla de machismo y movidas patriarcales que nos han abierto el camino a las artistas”. Y, sin que dé nombres en concreto, aquí no suena extraño que les hayan influido la lituana Emma Goldman, la francesa Monique Wittig, la italiana Silvia Federicci, las norteamericanas Angela Davis o Judith Butler o, más recientemente, la novelista Virginie Despentes.

Las calles de Barcelona en llamas

Otra de sus implicaciones tiene que ver con el independentismo catalán o su compromiso contra la represión a este movimiento. En una línea libertaria, cercana a las Candidatures d’Unitat Popular (CUP). Y, por esto, tampoco no es disparatado que en la acción del Tsunami Democràtic cortando la autopista entre Francia y España en noviembre pasado sonara uno de los temas del álbum. Lo explica la propia Bittah, su autora: “cuando cortaron la AP-7 en La Jonquera, sonaba el ‘Me baila’ que es un canción de reguetón lésbico. Sonaba mientras la gente iba haciendo barricadas. ¡Fue una cosa muy poética!”.

En 2018, ya habían participado en el videoclip Los borbones son unos ladrones, grabado en la ex cárcel Modelo de Barcelona junto a una treintena más de raperas y raperos, para denunciar las sentencias de prisión a músicos del país.

Y en octubre, después de conocerse la sentencia de cien años de cárcel contra nueve ex miembros del gobierno catalán y líderes de la sociedad civil, participaron en la acampada de protesta en la plaza Universitat. Pese a que, poco más tarde, se tuvieron que ir de gira por Alemania. Masiva Lulla, que a sus treinta años ya ha dado media vuelta a la Península, se acuerda del momento: “nos tocó irnos a Alemania justo cuando se estaba liando en Barcelona lo más grande. Y nos supo fatal, porque queríamos estar allí”. No es raro que nos confiese, en otro instante, que está leyendo el libro incendiario de Cristina Morales Lectura fácil. Ni amo, ni Dios, ni marido, ni partido, ni de fútbol (Anagrama, 2019).

Bittah empalma: “volvimos después de la huelga, y la cosa ya iba a menos. Pero si hubiera continuado y a tantos kilómetros, hubiéramos sufrido. Porque eran detenciones aleatorias, palizas a la peña ‘random’. Te enganchas al twitter a tope…”. La activista de Vallcarca se inscribe en una tradición que viene de lejos. “El golpe de Estado de 1936, lo pararon los anarquistas en Barcelona. Salieron todos con las pipas que habían ido a sacar de un cuartel, y lo pararon”. Y hace un vínculo. “Aunque no seamos conscientes de ello, se hereda una tradición de cómo organizarse, de cómo luchar. Crisis, hay en todas las ciudades del Estado. Y ha estallado en Barcelona porque tenemos esta tradición histórica”.

Purga y autocrítica

NICOLAS JOUBARD | Las tres miembros de Tribade, desplegando sus letras y su espectáculo en el Transmusicales
NICOLAS JOUBARD | Las tres miembros de Tribade, desplegando sus letras y su espectáculo en el Transmusicales

Ahora bien, no quiere decir que el trío se sienta libre de culpa. Por eso, a finales de 2018 editaron otro tema La purga que llegaría antes del álbum. En La purga, asumían sus propias contradicciones y lo trasladaban en imágenes en un singular videoclip en medio de una iglesia de orden feminista.

Una de estas contradicciones puede ser la actuación en festivales rodeadas de todo tipo de sponsors y marcas publicitarias. Sombra Alor lo admite: “los artistas están muy enfocados en un rol como si fuéramos un cartel de publicidad, pero al mismo tiempo son responsables de transmitir un mensaje. Digas o no digas nada, estás diciendo algo”. La paradoja es que, de momento, no hayan entrado en las programaciones del Sónar o el Primavera Sound. Bittah se lo pregunta: “hombre, sería importante. Pero también es cierto que tenemos un mensaje y unas letras que pican un poco. Depende de qué cosas digamos, nosotras somos de liarla parda cuando nos llaman para lugares así un poco más tochos”. Y ríe. “¡Igual no conviene!”.

Su directo, en todo caso, está pensado también para tener un impacto visual. Porque trabajan el vestuario y porque juegan con una coreografía. “Sea un teatrillo, sea la gestualidad, el tema es hacer un espectáculo”, señala Masiva Lulla. “Que no sea simplemente música. Nosotras lo llamamos un poco performance”. Una cosa que se aleja de la rigidez típica del rap y de los movimientos más monocordes. “Independientemente de que el público cante, sonría o grite o no, todo el mundo nos mira todo el puto rato. No nos quitan los ojos de encima. ¡Y eso es brutal!”.

Las esencias del hip hop

Otro elemento que mantienen genuino del hip hop es el dj que pincha en vivo y genera scratches con los vinilos. “Sí, espontáneo sería una buena palabra”, nos responde Big Mark. “Porque el vinilo al final es analógico y cada día te da una sorpresilla”. Masiva Lulla, lo corrobora: “Cada vez que saltamos encima de la tarima, grita: ¡no saltéis!”.

De lo que se trata, de todas maneras, es de que se aproveche al máximo el trabajo hecho previamente por el productor Josh186, alias del barcelonés Manuel de Jesús. Con sus máquinas y un sonido contemporáneo, le dio forma al álbum Las heredadas, aparte de la participación también de Jahzzman Selecta y Toni Taboo. El contacto de Josh186 fue de Sombra Alor, porque ya habían hecho una maqueta juntos. Por su parte, Big Mark tiene el proyecto paralelo Teresacto186 con Josh y el rapero Iván. “Aunque los temas del álbum de Tribade no fueran suyos, a mí me ayudó mucho”, explica como reconocimiento Big Mark. “Lo que hago con Josh no es tan diferente. Hemos currado muchas horas uno al lado del otro, y al final él se ha contaminado de mí y yo me he contaminado de él. Yo mucho más de él que él de mí”.

Otra colaboración a destacar es la de la gerundense, nacida en la República Dominicana, Arianna Puello. Procedente de la generación de raperas de finales del siglo pasado, en Asalto hace un alegato de sus raíces musicales frente a algunos de los recién llegados.

La entrevista la hacíamos el 6 de diciembre y el 11 de diciembre el grupo emitía un comunicado en que anunciaba la marcha de Sombra Alor (que también forma parte del proyecto más punk KeTeKalles). En la conversación esto no sale, cuando les pido por el futuro. Hablamos de las posibilidades o no de compaginar su vida anterior y estas giras mundiales, pero no del equilibrio interno entre las tres raperas. De momento, tienen cita en el Eurosonic de Groninga donde también actuarán desde Barcelona la pianista Clara Peya y el productor Vic Moliner con su proyecto Índiga, el quinteto femenino Maruja Limón y Raül Refree con su nueva colaboración con la portuguesa Lina_.

La última palabra la tiene Bittah sobre un futuro que busca poder vivir de la música, sin perder los principios. “Nadie habla de hacerse rico. Este es un proyecto musical que puede tener potencial, pero en el primer año de gira no te forras. Lo tienes que dejar todo, pero tampoco puedes combinarlo con un trabajo ni de semana ni de fin de semana. Es una profesión muy precaria. Y ya he dicho antes que es un privilegio”.

Lee la crónica general del Transmusicales 2019 

 

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