Giuseppe Porcaro, entre la utopía y la distopía en Europa

VICENÇ BATALLA | El italiano Giuseppe Porcaro, autor de la distópica novela <em>Disco sour</em>, en el European Lab Camp de Lyon
VICENÇ BATALLA | El italiano Giuseppe Porcaro, autor de la distópica novela Disco sour, en el European Lab Camp de Lyon

VICENÇ BATALLA. Viéndolo con su camiseta activista Europe is for lovers, uno diría que el italiano Giuseppe Porcaro es un ingenuo y un poco hippy defensor de los valores en crisis de las instituciones europeas. Pero, si nos acercamos a él, descubrimos que hace un año publicó Disco sour (Unbound), una novela de ciencia ficción que navega entre la utopía y la distopía continental y que entre episodios más o menos autobiográficos de fuerte carga sexual plantea serias cuestiones sobre la gobernanza de estas instituciones y la tecnología como nuevo tótem. Resulta que Porcaro es el jefe de comunicación del influyente Instituto Bruegel en Bruselas, ha trabajado para el Consejo de Europa y el Banco Mundial desde el Foro Europeo de la Juventud y su especialidad es la geografía política con una tesis sobre realidades urbanas y especulativas como la Valencia del pelotazo. Su presencia en el European Lab Camp de Lyon, en mayo, animó una nueva distopía del colectivo Are We Europe justo después de unas elecciones que dejan en el aire quién mandará en Bruselas.

El napolitano Giuseppe Porcaro, de cuarenta años, es un políglota que también habla español. A veces lo corregimos para precisar alguna respuesta, pero la suya es una visión paneuropea que le permite saltar de un país a otro con una gran soltura. Como su libro en inglés Disco sour, donde recorre Salónica para hacer escala en Múnich y París y finalizar en Sudamérica. Con la mirada puesta en Bruselas. Porque la historia se sitúa justo después de una guerra civil, en la que los Estado-nación se han derrumbado en beneficio de una pléyade de entidades locales que redibujan el mapa europeo como si estuviéramos en una Edad Media con unas soberanías más permeables que ahora. La causa de tal descalabro ha sido la crisis financiera y la burbuja inmobiliaria, que en este caso ha acabado con una revuelta real de la gente contra unas empresas inmobiliarias a las que estos Estado-nación les permitieron militarizarse. Lo que se les volvió en contra.

“El ejercicio de la ciencia ficción con Europa es para empezar de nuevo a hablar de futuro”, nos explica Porcaro desde el barrio lionés en renovación de Confluence en torno al cual se organiza el European Lab Camp y el festival de músicas electrónicas Nuits Sonores. “Pero hablar de futuro de una manera diferente, tanto con cosas negativas como positivas. No solo utilizando distopías, sino también utopías como metodología para la acción política en el presente. Algo como decir a la gente que el futuro no está escrito. El futuro está en el futuro. Depende de lo que hagamos en el presente”.

La idealización del futuro y del pasado

ARCHIVO | Portada de la novela <em>Disco sour</em>, editada en microfinanciación por Unbound
ARCHIVO | Portada de la novela Disco sour, editada en microfinanciación por Unbound

En el relato, el protagonista es el director ejecutivo de la llamada The Federation que antes de la guerra agrupaba a organizaciones no gubernamentales y se le reconoce un papel neutral para contribuir a firmar la paz. Entre medio, siguen habiendo milicias pagadas en algunos de los casos por agentes extranjeros rusos o chinos, zonas proclamadas como anarquistas y exiliados en otros parajes que sueñan con restablecer los antiguos Estados-nación.

“Ahora, a la gente la idea de futuro le da miedo”, confiesa el autor italiano cuando tiene que lidiar entre utopía y distopía. “Las personas ven el futuro en una sola dirección, que va mal. Es un sentimiento que tiene que ver con decir que el pasado era mejor. Pero esta nostalgia es muy peligrosa, cuando se empiezan a gritar cosas como ‘Make America great again’. También hay movimientos en Europa que reclaman regresar a tiempos mejores. Es una idealización del pasado, muy similar a la idealización del futuro. La de los años cincuenta, sesenta del siglo pasado. Se pensaba que, en el año 2000, iríamos en coches voladores y habría colonias en Marte. La visión retrofuturista y esta visión del pasado son, más o menos, similares”.

A partir de ahí, y de una historia personal de dicho protagonista que funciona de forma paralela entre fluidas relaciones de amor y desamor, se abre otra problemática sobre el uso de las tecnologías para hacer avanzar la democracia o condenarla. “El descalabro se aprovecha para crear una nueva gobernanza en la Unión Europea, con mucha descentralización. Está la idea de formar nuevos autores políticos. Si luego son buenos o malos, ya no se sabe. Hay un poco también de distopía, por la relación entre la tecnología, los datos, los algoritmos, en la participación política. Es un elemento de preocupación”.

Un mundo feliz de algoritmos

Es el momento en que uno se plantea si Disco sour se inspira en 1984 de George Orwell o más bien en Un mundo feliz de Aldous Haxley. Para Porcaro, el segundo referente es el apropiado. “¿Qué pasará si nosotros, como humanos, ya no disponemos del control de la decisión política, de la democracia? ¿Se puede automatizar la democracia? ¿Podemos hacer como Netflix o Spotify, donde lo que recibes es porque el algoritmo sabe lo que te gusta? De alguna manera, te quedas encerrado en lo que te gustó en un momento determinado. Estás encerrado en el pasado. Es muy interesante y, al mismo tiempo, muy peligroso”.

Y para hacer hincapié en Un mundo feliz y no en 1984, el autor reincide en la cuestión tecnológica. “No es tan ‘orwelliano’. Es un control que no es visible, no es oprimente. No es militarizado. Y que ya ocurre un poco en estos momentos. Hay control, pero no lo sientes como procedente de un solo poder”. De hecho, uno de los capítulos del libro se titula Tinderpolitics que sería otra forma de entender la novela. La participación ciudadana reducida a deslizar el dedo a derecha o izquierda en función de nuestros gustos políticos. Una idealización del sufragio permanente, que en realidad es un control permanente de nuestras vidas por parte de quien recibe esta información.

De la burbuja inmobiliaria a los gilets jaunes

VICENÇ BATALLA | El dúo holandÉs De Kiesmannen (Jochem Jordaan y Dylan Ahern), improvisando con Marije Martens y Porcaro una distopía europea días después de las elecciones
VICENÇ BATALLA | El dúo holandÉs De Kiesmannen (Jochem Jordaan y Dylan Ahern), improvisando con Marije Martens y Porcaro una distopía europea días después de las elecciones

Esta obra de anticipación, en el presente o un futuro próximo, comienza en Salónica (como eco al inicio de la Primera Guerra Mundial en los Balcanes). Pero se hubiera podido situar perfectamente en otro punto de la costa mediterránea. En todo caso, en el sur más castigado por la crisis de la deuda soberana. “Me sirvió mucho lo que pasó en España entre 2005 y 2008. Puse mucha énfasis en la crisis inmobiliaria. El inicio de la guerra se debe a la especulación inmobilaria y urbanística. Para mi tesis doctoral, estuve en Valencia durante la Copa América. Esos barrios de nueva construcción, muy modernos pero vacíos, me inspiraron mucho. ¡Eran fantasmas!”.

La conversación la mantenemos justo después de que el colectivo holandés Are We Europe, que edita una cuidada revista trimestral de activismo político y promueve una serie de grabaciones (podcasts) inventando historias como las de Porcaro, acabara de protagonizar uno de los capítulos con los gilets jaunes (chalecos amarillos) como hilo argumental. Este movimiento de las clases populares francesas contra el poder del presidente Emmanuel Macron, con sábados llenos de gases lacrimógenos y enfrentamientos con la policía, no parece tan lejano de Disco sour. “Mi guerra civil empieza por esta situación, con disturbios por parte de la población. Un poco como los ‘gilets jaunes’, pero son disturbios contra los especuladores, contra las agencias inmobiliarias. Y los gobiernos nacionales publican decretos ley para autorizar a estas empresas a utilizar la fuerza para militarizar los sitios en construcción”.

“La situación deriva en el caos, no se entiende nada”, continúa contando el autor. “Cuando empieza la violencia, nunca sabes quién está contigo ni por qué. Hay Orwell, pero no el de ‘1984’ sino el de ‘Homenaje a Cataluña’. Porque Orwell se apuntó a las brigadas internacionales para ayudar a la República y ‘Homenaje a Cataluña’ es uno de los mejores libros sobre una guerra civil”.

¿Homenaje a Cataluña?

Es obligado preguntarle, por tanto, sobre el conflicto actual entre Cataluña y España: “¡Oh là là!”, exclama ante algo que las instituciones europeas rehúyen constantemente. “Yo no soy nacionalista, de base. En mi libro, la tesis es que el Estado-nación explota. Es mi utopía, en la distopía. Mi tesis es que el Estado-nación es una cosa del pasado, no una cosa del futuro. Como axioma, no puedo avalar ningún tipo de nacionalismo. Pero hay un pero. Es el tema de la república en España. Algo interesante, en el contexto español. Veo cosas positivas en el movimiento independentista catalán. Aunque lo veo más como espíritu republicano, que podría contagiar al resto de Estado más que como movimiento nacionalista. Por eso, no tengo una respuesta única”.

Y, conociendo su trabajo en Bruselas y ante unos resultados que han terminado con el bipartidismo conservadores-socialistas en el Parlamento Europeo y una futura Comisión incierta, despierta la curiosidad saber si para él lo que ha pasado es una utopía o una distopía: “¡En Italia, es distopía! En España, es positivo. Es lo mejor que puede pasar. En Alemania, estoy muy contento con la ola verde. En Francia, es distopía. Porque lo que ocurre es muy peligroso. Y no solo por el resultado de Marine Le Pen. Es distopía porque, con el movimiento de Macron, los partidos de izquierda y derecha en el arco constitucional no son fuertes. Me da miedo una democracia que no cuente con actores políticos”.

La extrema derecha y los partidos

La distopía en Italia, con la clara victoria de Matteo Salvini que se erige en el líder de la ultraderecha en Europa, tiene para Porcaro su génesis en el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo y detrás suyo el especialista en redes sociales ya fallecido Gianroberto Casaleggio. “La destrucción de los partidos políticos, lo que pasó en Italia con el Movimiento 5 Estrellas o lo que ocurre aquí en Francia con Macron, lo que hace es reforzar movimientos que continúan siendo muy organizados. ¿Y cuáles son estos movimientos en Italia y Francia? La derecha extrema”. Y cita, evidentemente, a Salvini y la familia Le Pen para reivindicar por su parte la importancia aun de los partidos políticos: “No me creo a la gente que me dice que los partidos políticos son cosas del pasado”.

El desenlace de la novela, en una ciudad costera de Chile, queda para los lectores que tengan interés en leerla de primera mano. Actualmente únicamente de forma digital por Amazon porque se agotaron los ejemplares en papel de la plataforma de microfinanciación colaborativa Unbound, una editorial londinense fundada por especialistas en ciencia ficción. Dado que Porcaro también es un gran aficionado a la música (de las Nuits Sonores de Lyon se iba al Primavera Sound de Barcelona), el título Disco sour está puesto con toda la intención. Sour, ácido en inglés, es lo que le añaden los chilenos para diferenciar su pisco de aguardiente del peruano. Y una buena excusa para el autor para hacer desfilar todas sus canciones por el libro como éxtasis y desgarro amoroso.

 

BANDA SONORA DE ‘DISCO SOUR’

Everything I do, I do It for you, Bryan Adams

A fistful of dollars theme, Ennio Morricone

Dignity, Thessaloniki Airport Crash

El cóndor pasa, Daniel Alomía Robles

Ladies and gentlemen we are floating in space, Spiritualized

I robot, The Alan Parsons Project

Wave, Antonio Carlos Jobim

Cygnet committee, David Bowie

Tell you (today), Loose Joints (Arthur Russell)

Believe, Cher

Sexy movimiento, Wisin & Yandel

Los adolescentes, Dënver

Panda, Astro

Théorème d’Archimède, Ricardo Villalobos

Futile devices, Sufjan Stevens

Afterlife, Arcade Fire (Bonus track)

Visitas: 246