Jim Jarmush, una parodia de zombis demasiado autocomplaciente

ARCHIVO | Bill Murray, Chloë Sevigny y Adam Driver, en <em>The dead don't die</em>, de Jim Jarmush
ARCHIVO | Bill Murray, Chloë Sevigny y Adam Driver, en The dead don’t die, de Jim Jarmush

VICENÇ BATALLA. ¿Qué mejor que abrir la competición de la 72ª edición del Festival de Cannes con una película de zombis procesada por la visión del cabeza de filas del cine independiente Jim Jarmush? Con Bill Murray, Adam Driver, Chloë Sevigny y Tilda Swinton subiendo a la alfombra roja. El problema es que de tanta parodia sobre el malestar de la sociedad norteamericana con sus políticos, el filme acaba siendo inofensivo.

La esfinge de Jim Jarmush, 66 años, cabello blanco siempre cortado al estilo de la modernidad de los ochenta y gafas negras, es todo un símbolo de aquel cine independiente estadounidense que nació con Estraños en el paraíso con Cámara de Oro incluida, en Cannes en 1984. Este martes, como inauguración del festival 2019 con su película The dead dont’t die abriendo la competición, los periodistas lo veíamos subir las escaleras del Grand Théatre Lumière desde la sala contigua Debussy con la misma elegancia y acidez que hace 35 años.

A su lado, se fotografiaban antiguos y nuevos actores de su filmografía, como Bill Murray, Tilda Swinton, Adam Driver, Chloé Sevigny… Aunque no estaban los músicos Iggy Pop, RZA y Tom Waits, que también participan en esta película de zombis del siglo XXI, que pretende ser una parodia contra la administración Trump y todo el poder que le rodea.

Una pesadilla de muertos vivientes de la sociedad norteamericana, y por extensión de la misma pesadilla política en el resto del Planeta, filtrada por este humor corrosivo del sector cultural que se ejerce desde Nueva York o Los Ángeles. Esta es la fuerza y a la vez y ​​el límite de la cinta, porque te diviertes con los gags y con estos actores y músicos parodiándose a ellos mismos, pero en ningún momento la crítica se eleva hacia una reflexión que busque algo más que risa sobre cosas evidentes. La caricaturización del hombre blanco que no quiere perder el poder, de la negación del cambio climático o de la juventud hipster que necesita estar conectada todo el tiempo al móvil, no es razón suficiente para meterse en la piel de estos zombis que deambulan desorientados por una pequeña población de un lugar perdido de Estados Unidos.

La mirada es demasiado altiva por parte de Jarmush, a pesar del buen trabajo de actores. Iggy Pop, La iguana, parece haber nacido para protagonizar su episodio zombi. Tom Waits, a quien descubrimos poco a poco detrás de un ermitaño peludo del bosque y gracias a su voz, hace el papel más compasivo. Bill Murray hace de Bill Murray, Adam Driver hace de Adam Driver, Chloë Sevigny hace de Chloë Sevigny y a Tilda Swinton, con acento escocés, se la glorifica como a un ser sobrenatural. La tienda de objetos freak es un homenaje a las series B sin la inocencia de las mismas. Y no parece respirarse mucha esperanza en la conclusión final.

En esta segunda etapa de Jarmush en Cannes, la película de vampiros Only lovers left alive (Solo los amantes sobreviven), entre Detroit y Tánger, tenía un inicio psicodélico espectacular. Y la siguiente, Paterson, un delicado y exquisito tratamiento de la sensibilidad artística sin necesidad de juzgar a buenos y malos. Es lo que se echa de menos aquí, donde la parodia se parodia excesivamente a ella misma con demasiados juicios de valor. Y la música del grupo SQÜRL de Jarmush, con el añadido de un tema country de Sturgill Simpson que da título al filme, es agradable pero tampoco llega a enganchar. Su estreno en España, bajo el nombre de Los muertos no mueren, está prevista para el 28 de junio.

Ceremonia de apertura con Iñárritu y recuerdo a Varda y Legrand

La competición para la Palma de Oro con un total de 21 largometrajes hasta el 25 de mayo está lanzada, con un jurado presidido por el director mexicano Alejandro González Iñárritu. En su parlamento de apertura, íntegramente en castellano y pronunciando Canes y no como en francés Cannes, exhibió humildad y orgullo de encabezar este jurado. La decisión la deberá consensuar con cinco otros directores y directoras (Robin Campillo, Yorgos Lanthimos, Paweł Pawlikowski, Kelly Reichardt, Alice Rohrwacher) dos actrices (Elle Fanning, Maïmouna N’Diaye) y un autor de cómics (Enki Bilal).

El presentador del acto, el periodista y actor Edouard Baer que repite dada su gran cintura demostrada el año pasado, hizo un elogio del cine y las salas de cine. Y, aunque fuera de pasada, mencionó la plataforma en línea Netflix como trasfondo de esta guerra con los distribuidores franceses para la exhibición de las películas que financia. Y que, de momento, impide que participen de la competición. En este sentido, la ceremonia se retransmitió simultáneamente a seiscientas salas del país.

Hubo un momento emotivo, con el recuerdo por la desaparición en los últimos meses de dos figuras de la filmografía nacional: la directora Agnès Varda y el compositor Michel Legrand. Por ello, la joven cantante belga Angèle interpretó de forma cuidadosa Sans toi, canción compuesta por Legrand para la película Cléo de 5 à 7 (1962). Y el festival se dio por inaugurado de la mano de Javier Bardem y Charlotte Gainsbourg.

 

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